Neutralizando la racionalidad

Desde hace unos años se percibe un constante acoso a la razón. Los signos son muy dispares por lo que, en un principio, percibimos el arrinconamiento como un proceso desigual. Sin embargo, cada vezencontramos mayores indicios que el plan que siguen los que quieren desprestigiar los procesos racionales siguen un procedimiento no menos eficaz, por su carácter destructivo.
Hasta hace no pocotiempo, la razón se probaba mediante el dialógo. Este juego se basaba en la alternancia entre aseveraciones y refutaciones. Las pruebas jugaban un papel capital a la hora de presentar los argumentos. Asípues, el primero estaba obligado a presentar una tesis convincente. La réplica desarrollaba toda una batería de objeciones que a su vez requerían de la aportación de nuevos argumentos que sustentaranlo que había afirmado y contrarrestaran las críticas esgrimidas por el segundo. Si no se presentaban nuevos argumentos o carecían de peso y no resultaban convincentes, la aseveración inicial quedabainvalidada.
Esta tradición dialéctica, fundamental para la convivencia, no se aplica. En su lugar encontramos una variopinta gama de anfibolías que son aplicadas para desacreditar al oponente. Hubierasido inapropiado que alguien hiciera caso omiso de las preguntas, de las opiniones fundadas, de las argumentaciones de sus oponentes. En una discusión podemos escuchar frases como “Eso no toca”, o“Ese tema es inapropiado”, o ad personam “Demuestra que no tiene ni idea” ante una pregunta directa o en una discusión. Existían principios según los cuales si alguien sobreseyese una conjetura, o norespondiese, o no refutase lo que se le ha replicado, no se aceptaría que hablase con autoridad sobre dicha cuestión. Esta actitud no sólo se consiente y no trae consecuencias, sino que además hacontagiado al resto de la sociedad.
Sin embargo, hoy lo habitual es que, si alguien aduce o argumenta algo con suficiente convicción y el interpelado no sabe oponer resistencia, éste finja no haber...