Nietzsche

Sobre verdad y mentira en sentido extramoral
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innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de la “Historia Universal”: pero, a fin de cuentas, sólo un minuto. Tras breves En algún apartado rincón del universo centelleante, desparramado en

respiraciones de la naturaleza, el astro se heló ylos animales inteligentes hubieron de perecer. Alguien podría inventar una fábula semejante pero, con todo, no habría ilustrado suficientemente cuán lastimoso, cuán sombrío y humano dentro de la naturaleza. Hubo eternidades en las que no existía; cuando de nuevo se acabe todo para él no habrá sucedido nada, puesto que

caduco, cuán estéril y arbitrario es el estado en el que se presenta elintelecto

para ese intelecto no hay ninguna misión ulterior que conduzca más allá de la vida humana. No es sino humano, y solamente su poseedor y creador lo toma tan patéticamente como si en él girasen los goznes del mundo. Pero, si

pudiéramos comunicarnos con la mosca, llegaríamos a saber que también ella navega por el aire poseída de ese mismo pathos, y se siente el centro volante sea, que, almás pequeño soplo de aquel poder del conocimiento, no se infle inmediatamente como un odre; y del mismo modo que cualquier mozo de está completamente convencido de que, desde todas partes, los ojos del universo tienen telescópicamente puesta su mirada en sus obras y pensamientos. de este mundo. Nada hay en la naturaleza, por despreciable e insignificante que

cuerda quiere tener su admirador, elmás soberbio de los hombres, el filósofo,

sólo ha sido añadido precisamente como un recurso de los seres más infelices,

Es digno de nota que sea el intelecto quien así obre, él que, sin embargo,

delicados y efímeros, para conservarlos un minuto en la existencia, de la cual, rápidamente como el hijo de Lessing. Ese orgullo, ligado al conocimiento y a la sensación, niebla cegadoracolocada sobre los ojos y los sentidos de los hombres, los hace engañarse sobre el valor de la existencia, puesto que aquél

por el contrario, sin ese aditamento tendrían toda clase de motivos para huir tan

proporciona la más aduladora valoración sobre el conocimiento mismo. Su efecto más general es el engaño —pero también los efectos más particulares llevan consigo algo del mismo carácter—. Elintelecto, como medio de conservación del individuo, desarrolla sus

fuerzas principales fingiendo, puesto que éste es el medio, merced al cual sobreviven los individuos débiles y poco robustos, como aquellos a quienes les ha sido negado servirse, en la lucha por la existencia, de cuernos, o de la afilada

dentadura del animal de rapiña. En los hombres alcanza su punto culminante este arte defingir; aquí el engaño, la adulación, la mentira y el fraude, la murmuración, la farsa, el vivir del brillo ajeno, el enmascaramiento, el convencionalismo encubridor, la escenificación ante los demás y ante uno mismo, en una palabra, el revoloteo incesante alrededor de la llama de la vanidad es hasta tal punto regla y ley, que apenas hay nada tan inconcebible

como el hecho de que haya podido surgirentre los hombres una inclinación sincera y pura hacia la verdad. Se encuentran profundamente sumergidos en ilusiones y ensueños; su mirada se limita a deslizarse sobre la superficie de las sino que se contenta con recibir estímulos, como si jugase a tantear el dorso de

cosas y percibe “formas”, su sensación no conduce en ningún caso a la verdad, las cosas. Además, durante toda una vida, elhombre se deja engañar por la mientras que parece que ha habido hombres que, a fuerza de voluntad, han

noche en el sueño, sin que su sentido moral haya tratado nunca de impedirlo,

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conseguido eliminar los ronquidos. En realidad, ¿qué sabe el hombre de sí como si estuviese tendido en una vitrina iluminada? ¿Acaso no le oculta la

mismo? ¿Sería capaz de percibirse a sí mismo, aunque...