Notas de análisis funcional
-Entonces, ¿con qué crees que don Valeriano se ha hechoconstruir su quinta? -murmuraba Tobías-. Según las malas lenguas, con un tesoro escondido. Es la pura verdad, viejo. Además, he visto los aretes que le ha regalado a su mujer, esa que tiene la cara picada deviruela.
A medida que se acercaban a la huaca, se volvían más suspicaces. Había casas en los alrededores desde donde podían verlos y una pista por la que pasaban taxis rezagados. Cuando la víaestuvo desierta, la cruzaron de un salto y alcanzaron el cerco de la huaca.
-¡Llegamos! -suspiró Tobías-. Tenemos por delante unas cuatro horas de trabajo, antes de que comience a hacerse de día.
-Habráque echar un vistazo.
A tientas, tropezando con adobes sueltos, dieron una vuelta a la pirámide de tierra. Podían empezar indistintamente por uno u otro lado, pero Tobías se obstinó en escrutar lassombras, como si buscara un rastro, una inspiración.
-Aquí -dijo al fin, señalando un talud que parecía el resto de un antiguo muro.
Sin mayor preámbulo, sacaron sus herramientas y se pusieron atrabajar. Sus picos golpearon el muro alternadamente, haciendo un ruido sordo y desprendiendo una polvareda seca que los asfixiaba. Los minutos pasaban y los adobes se acumulaban a sus pies, como testigosde la magnitud de su obra.
-Deberíamos haber traído una linterna -dijo Tobías-. En toda la tierra que hemos sacado tal vez haya algo escondido.
Filiberto comenzaba a aburrirse. Sus pestañas...
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