Paz y reforma politica

La paz y la reforma política
Por Eduardo Posada Carbó *

"La reforma política hay que hacerla si se quiere una negociación seria", expresó en entrevista reciente Marco Palacios (Semana, abril 1 del 2001). prestigioso historiador colombiano es doblemente oportuna. La observación del Oportuna porque se

publica en momentos en que se debate el proyecto de reforma política en el Congreso, dondeha seguido su curso bajo la general indiferencia de la opinión pública. Y además oportuna porque Palacios vincula la necesidad de la reforma con el porvenir de la paz, una conexión que, hasta ahora, escasamente se ha podido percibir.

Tal vez habría que recordar que el primer proyecto de reforma política que presentó la administración Pastrana al Congreso en 1998 incorporaba el tema de la paz.En efecto, el acuerdo nacional suscrito entre las distintas fuerzas políticas y el gobierno en octubre de ese año expresó la "necesidad de otorgarle al jefe de Estado los instrumentos necesarios para que pueda conducir el proceso de paz y facilitar los acuerdos de reconciliación que resulten de él". Los cuatro primeros artículos del proyecto presentado ante el Congreso estaban así dedicados a los"instrumentos para la paz". Algunos consideraron entonces que tales artículos le daban al Presidente demasiadas facultades.

Fueron precisamente tales artículos los que sirvieron de razones para que la Comisión Primera del Senado hundiera el proyecto el 7 de junio de 1999. La historia tendrá que examinar en detalle cómo y por qué se frustró finalmente un proyecto que había generado tantasexpectativas. Los historiadores que se ocupen de tal estudio señalarán quizás que el gobierno nunca ató claramente el capítulo de los "instrumentos de la paz" con el cuerpo central de la reforma, ni en su articulado, ni en la exposición de motivos, que tal capítulo aparecía algo aislado del resto del proyecto. Y podrán concluir que las facultades eran

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ciertamente exorbitantes. Pero hubo, por lomenos, un intento de vincular ambos temas. Desde entonces, las discusiones sobre el proceso de paz se han desentendido, casi que por completo, de la suerte de la reforma política.

Más aún, habría que recordar también cómo prestantes formadores de opinión y dirigentes políticos han contribuido con sus comentarios a restarle importancia al mismo debate sobre la reforma política. Según losex-ministros de Hacienda, Rudolf Hommes y Guillermo Perry, tal reforma no sería prioritaria frente a otras necesidades, como las de la economía. En estas apreciaciones, comparten manteles en el fondo con dirigentes

políticos como Noemí Sanín o Fabio Valencia Cossio, quienes en algunas de sus declaraciones han despreciado hasta cierto punto el tema al sugerir que lo que interesa es la discusión deotros problemas: el desempleo, la reforma integral del Estado, el déficit fiscal. Hasta el constitucionalista Luis Carlos Sáchica ha expresado que la discusión sobre la reforma del Congreso es un asunto "adjetivo que sólo le interesa a la clase política" y tiene "sin cuidado al país real", preocupado por otras cosas: como salir de la guerra y de la recesión.

Toda subvaloración de la reformapolítica refleja, por lo general, una preocupante subvaloración de las funciones de la democracia - y por consiguiente de la naturaleza prioritaria de sus propias instituciones y procedimientos -, en la solución de los problemas sociales. Es importante insistir en este punto: ¿Cómo puede pretenderse, en democracia, buscarle solución a los graves problemas del país sin un Congreso con suficiente autoridad,y sin unos mecanismos fieles de representación que además garanticen la gobernabilidad? Y en muchas de las observaciones que le han restado importancia a la reforma política se encuentra así mismo implícita la noción de "paz integral" que ha guiado la política gubernamental, y la cual sirve de base a esa ambiciosa agenda común donde los temas sustantivos parecerían definir el rumbo del...