personalidad
En este volumeneminentemente persuasivo Mosterín resume los grandes ejes de la ética que promueve, una ética que tiene a la compasión como valor central y al dolor causado adrede como mal moral. Ante la compasión losdemás valores deben ceder -salvo que esté en juego la propia supervivencia. El resultado es una moral que se despliega en círculos concéntricos: de restringirse a uno mismo se amplía a parientes y amigos;luego a los connacionales, y por fin a los demás humanos (o humanes, como dice el autor para esquivar el sexismo implícito en el adjetivo “humanos”). El progreso ético consistiría en la ampliación delos círculos compasivos. El reto pasa ahora por la inclusión en ellos de todos los seres capaces de sentir dolor: los vertebrados.
Mas ocurre que las cosas no son tan sencillas como pretende eseesquema. Existen culturas capaces de venerar a las vacas y a la vez defender la división social más inicua (la hindú); de unir la devoción por perros y caballos al desprecio a las mujeres (laoccidental); o conjugar el genocidio de pueblos enteros con normas respetuosas del bienestar de los mariscos (el nazismo). En breve: el amor a los animales de por sí no conlleva ni presupone superioridadmoral. Eso no quita que los tiempos actuales, por una combinación de razones no necesariamente compasivas, sean propicios para acabar o moderar el sufrimiento causado a unas cuantas especies, sobre todomamíferas.
Llevada al extremo, la ética de la compasión desemboca en el vegetarianismo, el abandono de las pieles y el cuero, y el fin de la experimentación con animales. Mosterín, que se precia...
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