Plan Estratégico
al coche en el punto de la partida del tren: una señora, ni joven ni guapa, cara consumida, con gorra en la cabeza, un paletó medio de
hombre, y fumando cigarrillos; su acompañante, de unos cuarenta años, portador de un equipaje flamante, muy arreglado y LA SONATA A KREUTZER
ordenado; finalmente, otro caballeroque se mantenía a distancia, aún joven, pero con el pelo rizado prematuramente canoso, bajo de estatura, de ademanes nerviosos, con unos ojos muy brillantes que saltaban con rapidez de un objeto a otro. Llevaba un sobretodo usado pero hecho por un buen sastre, con astracán, y un alto
sombrero también de astracán. Bajo el sobretodo, cuando lo desabrochaba, se veía la poddiovka y la camisa rusabordada. Otra Mas YO os digo que cualquiera que mira a una particularidad de este caballero consistía en emitir de vez en mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su cuando sonidos extraños parecidos a tos o risa bruscamente corazón.
interrumpida. Este señor parecía evitar durante todo el trayecto (San Mateo, V, 28.)
trabar relaciones con los viajeros. Cuando alguien le dirigía lapalabra, daba una respuesta breve y seca y se ponía a leer, o mirando por la ventanilla, fumaba o sacando provisiones de su vieja valija bebía té y comía.
Y sus discípulos le dijeron: Si tal es la condición A mí se me antojó que le pesaba la soledad y varias veces traté de del hombre con su mujer, no conviene casarse.
hablarle; pero cada vez que nuestras miradas se cruzaban, lo que Entonces Élles dijo: No todos reciben esta palabra, sucedía a menudo, porque estábamos sentados casi frente a frente, sino aquellos a quienes es dado. Porque hay volvía la cabeza, tomaba un libro o miraba por la ventanilla. A la eunucos que nacieron así del vientre de su madre; y caída de la tarde, aprovechando una parada larga, este señor bajó a hay eunucos que son hechos eunucos por los la estación a buscaragua hirviente y se puso a preparar su té. El hombres; y hay eunucos que se hicieron a sí caballero de los equipajes flamantes —un abogado, según supe mismos eunucos por causa del reino de los cielos.
después— bajó con su vecina, la señora del sobretodo masculino y El que pueda ser capaz de eso, séalo.
de los cigarrillos, a tomar té en el restaurante de la estación.
Durante su ausenciaentraron en el coche algunos viajeros nuevos, (San Mateo, XIX, 10-2.)
entre los cuales figuraban un viejo alto, muy afeitado y arrugado, un comerciante a todas luces, embutido en un cumplido capote de pieles y cubierto por una gorra no menos cumplida. Este ERA EL COMIENZO de la primavera. Llevábamos dos días de viaje.
comerciante se sentó frente al puesto vacío del abogado y de su A cadaparada del tren bajaban y subían viajeros de nuestro coche; compañera; y al punto entabló conversación con un joven que parecía un viajante de comercio, y que acababa de subir también El abogado decía que la cuestión del divorcio ocupaba la opinión en esa estación. Yo me encontraba lejos de esos dos viajeros, y pública en Europa y que entre nosotros se producían casos como el tren estaba parado, podíaoír a ratos fragmentos de su análogos con frecuencia creciente. Notando que se oía solamente conversación.
su voz, el abogado concluyó su discurso y se dirigió al anciano: El comerciante declaró primero que iba a su casa de campo, la que
—En otro tiempo, ni siquiera sucedían esas cosas... ¿No es se encontraba cerca de la próxima estación; después hablaron, verdad? —añadió con una sonrisaamable.
como de costumbre, del desarrollo actual del comercio, En este punto arrancó el tren; el viejo se quitó la gorra, sin especialmente en Moscú, y luego de la feria de Nijni-Nóvgorod.
contestar, y se santiguó, mascullando una oración. El abogado El comisionista empezó a relatar las francachelas de un rico desvió la vista, aguardando cortésmente la respuesta. Cuando el comerciante, muy...
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