Preescolar

Leer y escribir, dos acciones íntimamente ligadas —leyendo se aprende a escribir—, se han ido convirtiendo en competencias irrelevantes tanto en los centros de educación primarios y secundarios comoen los de educación superior.

Hace algunas semanas se publicó en Facebook un documento que me llamó la atención: una carta de Camilo Jiménez, periodista y profesor de comunicación social de laUniversidad Javeriana de Colombia, donde renuncia a su cátedra porque sus alumnos (unos 30 jóvenes con un promedio de edad de 20 años) fueron incapaces de “condensar un texto de mayor extensión en unresumen de un párrafo. Lo más significativo de un texto original en el que se atendieran los mandatos más básicos del lenguaje escrito —ortografía, sintaxis— (…)”, dice en una parte textualmente la carta.Y claro, la indignación de Jiménez crece cuando menciona, entre otras cosas, que estos jóvenes que estudiaron 12 años en colegios privados son “hijos de ejecutivos que están entre los 40 y 50años, con buenos trabajos, educación universitaria (muchos posgraduados)”, que siempre tuvieron una computadora en casa —la mayoría de ellas con acceso a banda ancha—, y, va más allá, “tomaron más Miloque agua de panela, comieron más lomo con ensalada que arroz con huevo”.

Jiménez se cuestiona por qué, bajo esas condiciones propicias, estaba frente a alumnos apáticos, faltos de curiosidad, con“menos proyectos personales, menos autonomía, menos desconfianza, menos ironía y espíritu crítico”. En suma, estudiantes en los que la importancia de la discusión, la especulación, la búsqueda se perdió.“Estoy por pensar que la curiosidad se esfumó desde el momento en que ‘todo lo comenzó a contestar, ahora mismo, el doctor Google’”, afirma en la carta.

Para Jiménez la cosa no va por echar la culpa ala TV, el internet, los colegios que se afanan en el bilingüismo sin alcanzar el conocimiento básico de la propia lengua, a los padres, a la educación básica, en suma, al sistema.

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