Prejuicios sociales

Signos paralelos

Cuando apenas habían sonado dos relojes despertadores en la vecindad, los gritos angustiosos de la madre, despedazaron los sueños de un viaje al extranjero, en varios de los queaun dormían. La noticia se esparció por el barrio como mermelada caliente. Quemando el tiempo y tomando altura, para llegar lejos, muy lejos. Quizás hasta Macondo, Tokio, no se. Pero perdió eso, el serde ellos, para ser de todos y convertirse en la bomba de tiempo que tarde o temprano estallaría.
Vecinas en impecables trajes de cama acudían al encuentro. Sin perder sus refinados estilos,solicitaban detalles del infortunio para elaborar sus versiones. El asunto era ayudar, no importa como, pero ayudar, -no te pongas así, verás que antes de que oscurezca otra vez, el aparece, buscaste bien entoda la casa, debajo de las camas. Los gritos atraían más vecinos. La multitud crecía y el tráfico por la zona estaba desviado desde muy temprano y dos de las fábricas cercanas cerraron por falta deobreros.
-¿Qué pasa? -¡Nada!, creo es el hijo del Director de la empresa mas importante de gas licuado del país -¡Dime tu! -Dicen que lo secuestraron y piden como rescate un regulador y dos cilindrosde lo chiquitos -¿Lleno o vacío? -Creo que lleno, no se -¡Dime tu, entonces esto es para largo!
Todos estaban asombrados de la noticia, nadie esperaba algo así de personas tan importante, algoinsospechado y escapado de los sagaces ojos paparazzi. El padre no había dormido en casa, resolviendo toda la noche el problema de un reparto sin gas. Insistía a pesar del calor tener la camisa abotonadahasta el cuello, rodeado por regia corbata. Encogido de hombros y cabizbajo era notoria la pena por lo sucedido, nadie pensó que en esa familia se escondían por tanto tiempo tan bien guardado secreto.A las pocas horas de lo sucedido llego la policía. Era un gendarme de baja estatura, lentes Ferrari cubriendo medio rostro, testigo de una férrea acne, descendió del auto preguntando lo...