Psicoanalisis

Páginas: 5 (1182 palabras) Publicado: 20 de julio de 2011
Del Trieb de Freud y del deseo del psicoanalista (Nota)

La pulsión, tal como es construída por Freud, a partir de la experiencia del inconsciente prohibe al pensamiento psicologizante ese recurso al instinto en el que enmascara su ignorancia por la suposición de una moral en la naturaleza. La pulsión, nunca se lo recordará bastante a la obstinación del psicólogo que, en su conjunto y per se,está al servicio de la explotación tecnocrática, la pulsión freudiana no tiene nada que ver con el instinto (ninguna de las expresiones de Freud permite la confusión).

La libido no es el instinto sexual. Su reducción, en el límite, al deseo masculino, indicada por Freud, bastaría para advertirnos de ello. La libido en Freud es una energía susceptible de una cuantimetría tanto más holgada deintroducir en teoría cuanto que es inútil, puesto que sólo son reconocidos en ella ciertos quanta de constancia. Su color sexual, tan formalmente mantenido por Freud como inscrito en lo más íntimo de su naturaleza, es color-de-vacío: suspendido en la luz de una hiancia. Esta hiancia es la que el deseo encuentra en los límites que le impone el principio llamado irónicamente de placer, por ser remitidoa una realidad que, por su parte, bien puede decirse, no es aquí sino campo de Ia praxis. Es precisamente de ese campo del que el freudismo corta un deseo cuyo principio se encuentra esencialmente en imposibilidades. Tal es el relieve que el moralista hubiera podido observar en él, si nuestro tiempo no estuviese tan prodigiosamente atormentado de exigencias idílicas.

Esto es lo que quiere decirla referencia constante en Freud a los Wunschgedanken (wishful thinking) y a la omnipotencia del pensamiento: no es la megalomanía lo que se denuncia, es la conciliación de los contrarios. Esto podría querer decir que Venus esta proscrita de nuestro mundo: decadencia teológica. Pero Freud nos revela que es gracias al Nombre-del-Padre como el hombre no permanece atado al servicio sexual de lamadre, que la agresión contra el Padre está en el principio de la Ley y que la Ley está al servicio del deseo que ella instituye por la prohibición del incesto. Pues el inconsciente muestra que el deseo está aferrado al interdicto, que la crisis del Edipo es determinante para la maduración sexual misma.

El psicólogo desvió de inmediato este descubrimiento a contrasentido para sacar de él una moralde la gratificación materna, una psicoterapia que infantiliza al adulto, sin que el niño sea por ello mejor reconocido. Demasiado a menudo el psicoanalista toma ese remolque. ¿Qué se elude aquí? Si el temor de la castración está en el principio de la normalización sexual, no olvidemos que, al tocar sin duda la transgresión que ella prohibe en el Edipo, afecta igualmente a la obediencia,deteniéndola en la cuesta homosexual. Es pues más bien el asumir la castración lo que crea la carencia con que se instituye el deseo. El deseo es deseo de deseo, deseo del Otro, hemos dicho, o sea sometido a la Ley (Es el hecho de que la mujer tenga que pasar por la misma dialéctica -cuando nada parece obligarla a ello: necesita perder lo que no tiene- lo que nos pone sobre aviso: permitiéndonos articularque es el falo por defecto el que hace el montante de la deuda simbólica: cuenta deudora cuando se lo tiene -cuando no se lo tiene, crédito impugnado.)

La castración es el resorte enteramente nuevo que Freud introdujo en el deseo, dando a la carencia del deseo el sentido que había permanecido enigmático en la dialéctica de Sócrates, aunque conservado en la relación del Banquete. Entonces laagalma del erwn (nota) se muestra como el principio por el que el deseo cambia la naturaleza del amante. En su búsqueda, Alcibíades enseña el cobre del embuste del amor, y de su bajeza (amar es querer ser amado) en la que estaba dispuesto a consentir. No nos ha sido permitido, en el contexto del debate, llevar las cosas hasta demostrar que el concepto de la pulsión la representa como un montaje....
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