Que queremos decir cunado decimos formación?

¿Qué qué queremos decir cuando decimos formación?
Aníbal Quiroga Tovar
Profesor Facultad de Educación Universidad de la Amazonia

De un tiempo a esta parte se oye en muchos escenarios que ministros, secretarios de educación, educadores, investigadores y gente del común dice que el énfasis de la educación debe ponerse en el aprendizaje de los alumnos, es decir, en el conjunto de actividadesque ellos realizan para apropiarse de los conocimientos, procedimientos y actitudes que la sociedad considera constitutivos de su formación integral.
Quizás por incomprensión de las relaciones dialécticas entre la enseñanza y el aprendizaje, o por el frío cálculo económico -no creo en la candidez de los dirigentes- hemos pasado, sin reflexión, de un extremo al otro. Estos últimos años, se hasubvalorado la importancia de las actividades que lleva a cabo el profesor, para educar e instruir a sus alumnos. Pero, por sobre todo, se ha olvidado que la consigna del “énfasis en el aprendizaje” que recorre el mundo como un conjuro contra los males de la educación, también vale para los maestros y para sus procesos de formación.
Nada garantiza más los buenos aprendizajes de los alumnos, que losbuenos aprendizajes de los educadores: Justo lo que intencionadamente se dejado en el olvido! Si los educadores no poseen las condiciones y las oportunidades para tener un aprendizaje relevante, permanente y de calidad, que mejore sus competencias disciplinarias, pedagógicas, investigativas y ciudadanas, difícilmente podrán desarrollar la educación que el Estado propone para adaptar la escuela alos vertiginosos cambios contemporáneos, que, de acuerdo con muchas voces, es la fórmula para salir del atraso.
Ya en la Conferencia Mundial de Educación en Dakar, Senegal, 2000 se concluía, algo que hoy parece obvio: es imposible mejorar la calidad de la educación sin que se mejoren las competencias profesionales del maestro. Si la educación es un requisito fundamental del desarrollo de lospueblos, entonces, las agendas educativas nacionales y regionales deben incluir y aplicar proyectos estratégicos para la formación de maestros, como exigencia ética y política para construir un proyecto autónomo de país. Frank Smith plantea que los maestros son una especie de guardianes de la cultura y la identidad de los pueblos porque facilitan a las nuevas generaciones el acceso a losconocimientos, a los procedimientos y a las actitudes socialmente reconocidas y por lo tanto son las personas más importantes del mundo. Los gobiernos de esta parte del mundo parecen no entenderlo así.
Mencionar estos hechos tiene la finalidad de volverlos a pasar por el corazón, como nos enseña la etimología del verbo recordar, para sacarlos del olvido y entregarlos a la memoria, con el fin de que se crucencon nuestro quehacer diario. Hasta ahora son sólo un desiderátum de los educadores, pues el sistema educativo no les da la importancia que ameritan. Y, como están las cosas, van a tener que ser los mismos educadores los que tendrán que convertirlos en una de sus banderas de resistencia frente a un Estado que los niega en sus derechos y en sus posibilidades, en beneficio de intereses que noconsultan las necesidades propias del desarrollo autónomo del país.
Iniciar una reflexión orientada a la transformación de la formación de los educadores, desde dentro de los educadores mismos, impone unos consensos mínimos para que la reflexión no sea mera refracción. Y esa reflexión puede empezar con el concepto de formación, de tal manera que nos entendamos a la hora del diálogo polémico sobre ella-la formación- y cómo estaría configurada para mejorar el cumplimiento del encargo socio-histórico que nos corresponde.

Es necesario aclarar que la formación es una construcción humana y como tal está supeditada a las tendencias históricas del desarrollo social, es decir, está condicionada por lo que los grupos de poder de una sociedad determinan que debe ser la educación, el tipo de hombre...