Raymond Carver 1988 Tres Rosas Amarillas

Páginas: 156 (38779 palabras) Publicado: 3 de marzo de 2015
Raymond Carver
Tres rosas amarillas

Traducción de Jesús Zulaika
Título de la edición original:
Los relatos de Tres rosas amarillas formaron parte, como «New Stories», de la antología de
Raymond Carver Where I'm Calling From (Atlantic Monthly Press, Nueva York, 1988) y se
publicaron como libro unitario en Inglaterra con el título Elephant and Other Stories (Collins Harvill,
Londres, 1988)Primera edición en «Panorama de narrativas»: noviembre 1989 Primera edición en «Compactos»:
junio 1997 Segunda edición en «Compactos»: febrero 2000 Tercera edición en «Compactos»:
noviembre 2001 Cuarta edición en «Compactos»: noviembre 2003
© Raymond Carver, 1988
© EDITORIAL ANAGRAMA, S.A., 1997
Pedro de la Creu, 58 08034 Barcelona
ISBN: 84-339-WS4-7

A Tess Gallagher
«El hombre nunca puede saber quédebe querer, porque vive sólo una vida y no
tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni de enmendarla en sus
vidas posteriores.»
MILAN KUNDERA
La insoportable levedad del ser

Cajas
Mi madre ha hecho las maletas y está lista para mudarse. Pero el domingo por la
tarde, en el último minuto, telefonea y nos pide que vayamos a cenar con ella.
—El frigorífico se está descongelando —explica—.Tengo que freír el pollo antes de
que se eche a perder.
Dice que llevemos platos y tenedores y cuchillos. Que ha embalado la mayor parte
de la vajilla y de las cosas de cocina.
—Venid a cenar conmigo por última vez —dice—. Tú y Jill.
Cuelgo y sigo un momento junto a la ventana, pensando cómo podría zafarme de
este asunto. Pero no puedo. Así que al cabo me vuelvo a Jill y le digo:
—Vamos a casa demamá. Nos invita a una cena de despedida.
Jill está en la mesa con un catálogo de Sears. Quiere comprar unas cortinas. Pero
ha estado escuchando, y hace una mueca.
—¿Tenemos que ir? —pregunta. Dobla una esquina de la página y cierra el
catálogo. Suspira—. Dios, sólo este mes hemos ido a comer con ella dos o tres veces.
¿Seguro que va a marcharse algún día?
Jill siempre dice lo que piensa. Tienetreinta y cinco años, lleva el pelo corto y se
dedica a asear y peinar perros. Antes de ganarse la vida con los perros —trabajo que le
gusta—, fue ama de casa y madre. Pero un buen día todo se fue al garete. Su primer
marido secuestró a sus dos hijos y se los llevó a vivir a Australia. Su segundo marido
bebía, y la dejó con un tímpano roto antes de arremeter con el coche contra el pretil de unpuente y caer al río Elwha. No tenía seguro de vida, y para qué hablar de un seguro que
cubriera daños a la propiedad ajena. Jill tuvo que endeudarse para pagar el entierro, y al
poco —¿no es el colmo?— le llegó la factura de la reparación del puente. Tuvo que hacer
frente asimismo a sus propias facturas médicas. Hoy puede contar todo esto: lo ha
superado. Pero con mi madre se le ha agotado lapaciencia. Y a mí también. Pero yo no
tengo otra opción.
—Se va pasado mañana —digo—. Oye, Jill, no tienes por qué hacerlo a disgusto.
¿Quieres venir conmigo o no?
Le digo que me da igual. Que le diré a mamá que tiene jaqueca. No va a ser la
primera mentira que digo en mi vida.
—Voy contigo —dice. Y sin más se levanta y se mete en el cuarto de baño, que es
el sitio donde le gusta encerrarse cuando estáenfurruñada.
Llevamos juntos desde agosto pasado, más o menos por las fechas en que a mi
madre se le ocurrió marcharse de California y venirse a vivir aquí, a Longview. Jill intentó
tomárselo lo mejor posible. Pero el que mi madre apareciera justo cuando intentábamos
empezar a ser una pareja era algo que ni se nos había pasado por la cabeza. Jill dijo que
le recordaba lo que había tenido que pasarcon la madre de su primer marido.
—Era una lapa —explicaba—. ¿Sabes lo que quiero decir? Era algo tan agobiante
que apenas me dejaba respirar.
Justo es decir que mi madre ve a Jill como a una intrusa. A sus ojos Jill no es sino
una más en la serie de chicas que han ido apareciendo en mi vida desde que mi mujer me
abandonó. Alguien, a su juicio, capaz de apropiarse de parcelas de afecto, de...
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