reseña de don quijote el capitulo 6
—En verdad, señor mío, que si vuesa merced no afirma el pie llano4 y se está quedoen su casa y se deja de andar por los montes y por los valles como ánima en pena, buscando esas que dicenII que se llaman aventuras, a quien yo llamo desdichas5, que me tengo de quejar en voz y engrita a Dios y al rey6, que pongan remedio en ello.A lo que respondió don Quijote:
—Ama, lo que Dios responderá a tus quejas yo no lo sé, ni lo que ha de responder Su Majestad tampoco, y solo sé quesi yo fuera rey me escusara de responder a tanta infinidad de memoriales impertinentes como cada día le dan7, que uno de los mayores trabajos que los reyes tienen, entre otros muchos, es el estarobligados a escuchar a todos y a responder a todos8; y, así, no querría yo que cosas mías le diesen pesadumbre.A lo que respondió don Quijote:
—Ama, lo que Dios responderá a tus quejas yo no lo sé, nilo que ha de responder Su Majestad tampoco, y solo sé que si yo fuera rey me escusara de responder a tanta infinidad de memoriales impertinentes como cada día le dan7, que uno de los mayores trabajosque los reyes tienen, entre otros muchos, es el estar obligados a escuchar a todos y a responder a todos8; y, así, no querría yo que cosas mías le diesen pesadumbre.A lo que dijo el ama:
—Díganos,señor, en la corte de Su Majestad, ¿no hay caballeros9?
—Sí —respondió don Quijote—, y muchos, y es razón que los haya, para adorno de la grandeza de los príncipes y para ostentación de la...
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