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Escenas de la vida postmoderna: El lugar del arte
Beatriz Sarlo
Previo al advenimiento de la industria cultural, el poder simbólico de quien ocupaba el centro del campo artístico legislaba sobre el arte. El artista tenía que validarse a sí mismo, legitimar su propia arte. Se apelaba a un esencialismo, un espacio generador de valores.
Con el advenimiento de la industria de la cultura, muereel esencialismo, es decir, la necesidad de generar valores. Este esencialismo implicaba verticalidad y generaba enfrentamientos y competencia entre los artistas. Los críticos tenían el poder de legitimar en el campo del arte, determinar qué era lo bueno y qué era lo malo, y darle peso específico a cada actividad artística. En la modernidad, las relaciones entre artistas y público, y entre losmismos productores culturales, ocurren en un espacio articulado como campo de fuerzas. No es el campo sagrado del arte, sino un espacio profano de conflicto. Los artistas se colocan para colocar su obra, y el hacerlo, permanecen ciegos ante la verdad de sus prácticas. Las posiciones estéticas se reducen a relaciones de fuerza dentro del campo intelectual.
A través de la cultura administrada se instalóun relativismo valorativo (se amplía el público y el mercado no está acotado a un espacio determinado). Se empieza a imponer el punto de vista de la Sociología de la Cultura reflejando este relativismo. Es absolutamente innecesario defender los valores y carece de sentido pelear con los otros. Cuando irrumpe la democracia en la esfera del arte también se impone un pluralismo como principio deregulación de posiciones diferentes, el cual asegura una equivalencia universal: “todos los estilos parecen más o menos equivalentes e igualmente (poco) importantes.”
A su vez, se ve al artista como alguien que lucha para llegar al centro del campo en el cual se halla, que ya no desarrolla teorías esencialistas. Es una mirada prosaica de la sociedad artística. Los problemas del valor y del gusto enel arte parecen adecuarse penosamente a una idea de “acuerdo constitucional” sobre lo que debe hacerse. Sin fundamento en autoridades constituidas y sin fundamento autosuficiente en el territorio del arte, la objetividad de los valores estéticos ha sido dada de baja.
La nueva perspectiva institucional desnuda las fantasías que los artistas han tejido sobre su práctica y revela lasdeterminaciones económicas y sociales que se ejercen sobre ellos. Si antes legislaba el autor o crítico, ahora legisla el mercado. El mercado de bienes simbólicos recibe a este pluralismo estético como la ideología más afín a sus necesidades. Pero si bien amplía el público, también lo segmenta. Esto trae también otro tipo de dificultades. Para cada sector social había algo específicamente asignado, y por lotanto, tiende a la fragmentación. Así es, como por ejemplo, en la década del 50´-60´ se genera un nuevo tipo de consumidor: la cultura juvenil. Tanto la cultura infantil como la psicología infantil se desarrollaron ampliamente en esta época.
La Sociología de la Cultura elimina el espacio del arte como difundidor de valores, desacraliza dicho espacio, desarrollándose así una base técnica. Por estemotivo es pedagógica: el gusto de las mayorías debe ser educado, en la medida en que no hay espontaneidad cultural. Señaló modos de funcionamiento de los artistas que impiden considerar el campo estético como un reino de espíritus liberados de toda pulsión que no sea la del arte. Las fuentes de legitimidad se han multiplicado. La autoridad de los especialistas está herida para siempre y elpúblico, cuyo saber es inespecífico, vale allí tanto como quienes poseen saberes específicos.
Nadie se mueve haciendo uso de una libertad sin límites. Un absolutismo de mercado reemplaza la autoridad del viejo tipo. En esta fractura, el mercado trabaja para sí y no para una utopía de igualitarismo estético. Hay poco que pueda interesar a una discusión sobre el arte. El arte vive no de la coexistencia...