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Introducción




La autora del libro, da a conocer su visión de infancia y adolescencia, con cuentos dirigidos a los niños y adolecentes de todo el país, que hoy en día muy poco leemos.

Estas vivencias, en las lecturas del libro, son relatadas en forma de cuento, por lo que se hace ameno el poder leerlo.

El libro es publicado gracias a la preocupación del Gobierno delestado veracruzano que realza la obra de María Enriqueta, una escritora veracruzana nacida en Coatepec, apreciada en todo el país por sus poemas, cuentos, novelas, memorias y de manera especial, por sus admirables textos de lectura para niños.
! Una culebra !

El paseo había sido muy largo y no fue delicioso porque mis padres nos condujeron a mi hermano y a mí por los lugares más bellos deCoatepec (donde abrí los ojos a la vida).Mis 5 años han recorrido y sin alegar distancias muy largas. Habría sido hermosa la expedición pero como quitar del cuadro la visión de aquella víbora muerta que estorbaba en nuestro camino y como borrar el recuerdo del nervioso zigzag de aquella otra serpiente que en momentos después de encontrar la primera vez la vimos loca a la orilla de la calzada.Recuerdo que mi madre me tomo en sus brazos fuertemente, mientras que mi padre se prestaba como siempre en defendernos a todos. Pero a pesar de sus hábiles servicios no fueron necesarios, porque la culebra huyo sigilosamente como si ella fuera temerosa y dispuesta a liberarse de nosotros.
-tal vez vino a ver a su hermana muerta-dijo mi padre-corrió para no sufrir la misma suerte que la otra.-¡horribles animales!- exclamo mi madre no pudo disimular el miedo que le causaban-. Tomemos otro rumbo, no vaya a ocurrir que por aquí se encuentre el nido…
Mi padre dispuesto siempre a entender razones, dio la mano a mi hermano y los cuatro volvimos la espalda al hermoso poniente, bañado en fuego y oro (era el atardecer). Anduvimos un poco nos encontramos de nuevo con la víbora muerta.-Detengámonos para observarla- dijo padre-.Parece un coralillo.
Estas víboras son muy peligrosas. El dolor que produce su mordedura es terrible; el pulso se debilita tanto, que llega a ser casi imperceptible y el corazón se pone a palpitar con mucha fuerza y precipitación como si fuera a estallar. Más de una vez he dado yo caza a estos bichos allá en las barrancas de Tecuaque. Misojos no dejaban de mirar a la víbora muerta. Anchas vetas negras y rojos pintaban vistosamente su cuerpo; la cola era puntiaguda,
Tenían un brillo extraño. Me pareció que me miraban cuidadosamente para no olvidarme a la hora precisa en que fuese a buscarme a mi casa… Me estremecí de pies a cabeza y me abrace fuertemente al cuello de mi madre.
-Estas víboras- dijo mi padre, continuando susexplicaciones son muy traicioneras, porque no se les oye venir. No así las de cascabel, que van anunciando su presencia por el sonido argentino (como de plata) muy parecidas a las cascabeles, que llevan en su cola.
De esas puede librarse uno mejor. Hay también una especie de culebras de coralillo que no son venenosas; pero esas se distinguen de las otras en que tienen negra la cola y lacabeza…
-¡Que Dios nos libre de todas ellas! – Dijo mi madre con terror-¡Huyamos de estos sitios, porque hasta me parece que esa alimaña muerta va a levantarse para mordernos!...
Yo me apreté más aun al cuello de mi madre; pero mi hermano, a quien nunca lo vi con miedo, había recogido ya una rama caída y después de quitarle las hojitas, se preparaba para levantar con ella a la víboradeseoso de llevar a casa aquel trofeo.
Mi madre impidió la hazaña. Y como y como la tarde se acababa, emprendimos el retorno.
En medio del silencio completo de los campos, la voz de mi padre, que seguía explicándonos las diversas especies de culebras que había, por donde merodeaban y cuáles eran sus costumbre, me recordó a don Claudio Izquierdo, el maestro de mi hermano, que no faltaba...