Teorias De Aprendizaje Para Maestros

Este relato lo escribí después de que tuvimos esa discusión el sábado.
Escribí aquí todo lo que pienso, lo que siento (de manera novelesca por supuesto).
Espero que esto te resuelva muchas dudas.






















LA VOZ

El contacto cálido que ofrecía la voz sobre la mejilla derecha de Ricardo le cosquilleaba. Era una sensación de humedad, de anhelo, de lejanía.- No sé a qué te refieres y la verdad no me interesa. No pienso discutirlo –dijo la voz con un dejo de despotismo.

- ¿No lo sabes? –preguntó Ricardo totalmente exaltado-. ¿Me vas a decir que no te largaste dos días sin decirme absolutamente nada?

- A mí no me hables en ese tono –replicó la voz, cada vez más irritada.

- Te largaste dos días seguidos, no te dignaste allamarme, ni siquiera hiciste el intento de comunicarte conmigo. Y ambos sabemos qué fue lo que hiciste ¿o qué? ¿ya se te borró la memoria?

Ricardo cerró el puño encolerizado. Apretó los dientes al tiempo que sentía cómo la sangre se agolpaba en sus sienes. Velozmente, como un relámpago en una tormenta, vio dos figuras que caminan en un largo pasillo, platican acaloradamente. Ella sonrojada dealegría. Él con una sonrisa de nerviosismo, de complicidad, como dos amantes furtivos antes del acto atroz.

La voz guardó silencio por un instante. Respiraba trabajosamente. Como quien se ha sentido repentinamente acechado, descubierto.

- Tú tampoco me hablaste –dijo la voz lentamente.

pensó Ricardo.

- Tú me dijiste que me avisarías cuándo nos veríamos. Me dijiste “mañana te aviso”…-Ricardo tuvo que hacer una pausa, el llanto se aproximaba al lagrimal. Su impotencia y su rabia crecían y crecían inevitablemente-… y ese mañana nunca llegó. Me quedé esperando tu respuesta.

- ¿Y por qué no me hablaste tú? –preguntó la voz indignada en un grito de desesperación.

pensó Ricardo, pero no pudo articular palabra, sólo el silencio.

- Contéstame –ordenó la voz.

Elsilencio se apoderó de la atmósfera. Sólo se escuchaban dos respiraciones agitadas, dos corazones latiendo con rapidez, ambos con el convencimiento de que tenían la razón.

- ¿Piensas que te he sido infiel verdad? –preguntó la voz con un ligero titubeo.



- Pues no, nunca te he sido infiel –aseguró la voz con firmeza, como si adivinase el pensamiento.

- No te creo –sentencióRicardo.

- Pues qué lastima. Nunca me tuviste confianza. Ése es tu maldito problema –exclamó la voz antes de prorrumpir en un efímero sollozo.

- ¡Y el tuyo es ser una mentirosa, una deshonesta que prefiere ocultar las cosas, que prefiere no decírmelas o inventarme mentiras para poder hacer lo que se te da la maldita gana! ¡Para hacerme sentir mal, para hacerme creer que yo tengo laculpa, que yo fui el culpable de todo esto! -bramó Ricardo totalmente desquiciado.

- Yo nunca te he mentido, no sé…

- Tu maldita manía de abrazar a todo el mundo, de decir “te quiero”, “te adoro”, “te amo” “eres genial” a diestra y siniestra. No lo soporto, no te soporto.

- Yo…

- Y de estar en todas las fiestas bailando y tomando, haciendo no se qué con no sé quién.- Tú nunca has estado conmigo en una fiesta –susurró la voz apagadamente-, no puedes afirmar eso.

- No he estado allí, pero lo sé. Lo siento –dijo Ricardo antes de que se le quebrara la voz-. Te odio por ser así.

- ¿Me odias? –preguntó la voz en un llanto débil, herido-. ¿Me odias por cosas que no sabes si pasaron?

- Sí –susurró Ricardo mientras el llanto corría por susmejillas encendidas.

La voz guardó silencio. Su llanto también se derramó. Ambos lloraban.

- Entonces será mejor que se termine todo aquí –sentenció la voz débilmente.

Ricardo no contestó. Cerró los ojos y se llevó una mano a la frente. Con la otra sostenía la bocina del teléfono. Esa bocina que emitía aquella voz melodiosa, húmeda, lejana, anhelante. Esa voz que le cosquilleaba la...