Terror
Comenzó a llover.
Sangre.
Los rostros desencajados, goteantes, se miraronaterrorizados, extendiendo las palmas de las manos en medio de la tempestad, sin poder creer lo que estaba ocurriendo ¿Cómo podía Alá permitir que las pesadillas abandonasen su cárcel del sueño? El vientogolpeaba con su cortina carmesí, arrastrando el orgánico olor del óxido, dulzón, sofocante. Los relámpagos eran venas blancas, momentáneamente visibles entre estallidos ensordecedores. Ciclópeos pilaresquebrados y fragmentos de mampostería caían, desde las alturas, sobre el cuerpo postrado de su ciudad, bañada en sangre. Un inmenso torbellino de negrura horadaba el cielo, engullendo las nubes en vorazespiral. Y desde sus entrañas, vomitados entre chillidos monstruosos, escaparon cientos de bestias aladas formando una plaga negra, que se precipitó sobre el mundo de los inocentes. Y con ellas, lacerteza de muerte. Despiadada. Absurda. Cruel.
¿Quién aseguró que el infierno enclavaba sus raíces en las profundidades de la tierra?
La puerta al infierno estaba abierta.
Oleadas de horrores sinnombre escapaban por ella, libres a su sed de muerte. Cada boca escuchó su propio grito de agonía antes de morir; el dolor se experimentó en todas sus magnitudes. Los ríos de sangre que fueron...
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