Un Hospital En La Estación De Trenes

Un hospital en la estación de trenes
Eran las siete de la mañana cuando Daniel estaba en el paradero de la locomoción colectiva. Parecía un día como cualquier otro, en especial por la gente concara de momia, incluyéndolo a él.
Apenas subió al autobús, Daniel notó de inmediato un cambio: el sitio que usualmente usaba para realizar el viaje de quince minutos hasta la estación de metro, estabaocupado por una señora gorda. La detestó por aquello, pero luego la justificó –como solía hacer con todas las cosas que le sucedían– pensando que tendría sus muy buenos motivos para perturbar su cómodarutina.
Después, cuando se bajó, sucedió lo impensable, sobre todo por la cantidad de personas que lo rodeaban: la posibilidad de poder ser el guía de un ciego. En efecto, este era uno de sus sueñosfrustrados, pues siempre que había querido ayudar, alguien se le adelantaba con la típica arrogancia de aquél que quiere aparentar algo, como si necesitase que los demás notaran su existencia.
Porun momento, pensó que no alcanzaría a auxiliar al pobre hombre, ante la inminencia que chocara con un enrejado. Sin embargo, con mucha sorpresa, vio que nadie lo iba a ayudar, por lo que era elmomento perfecto para la aparición de un golpe de adrenalina y correr como nunca antes en su vida, para poder hacer realidad su anhelado sueño. Se le acercó por la derecha, le tomó del brazo y, con una vozronca que no le pertenecía, dijo:
– Buenos días, señor. Déjeme ayudarle.
El apelado no respondió por un momento, quizá por el susto que le causó aquella inesperada ayuda. Luego de algunossegundos, mientras se aprovechaba de la situación, respondió:
– Muchas gracias caballero. Me dirijo al hospital de aquí cerca, aproximadamente a una cuadra más allá.
Sin embargo, en su estado de sublimeconmoción, Daniel no oyó lo que le dijeron y, solo por inercia, siguió la conversación, con un tono amigablemente ajeno:
– Hace mucho frío esta mañana, creo que me voy a resfriar.
– Sí, tiene...