Una Historia

Páginas: 8 (1883 palabras) Publicado: 1 de junio de 2015
Cena suculenta. Luego me condujo a la alcoba, llevándome de la mano hasta donde dormían mis hijos, y me mostró satisfecha la cuna en se hallaba el más pequeño tan sano y robusto como lo dejé al partir.

Al siguiente día reanudé mis faenas: pronto la balumba de la vida borró de mi memoria las impresiones de aquella cacería, y el viento del olvido se llevó en sus alas el recuerdo.

Pasaron algunosaños, hice algunos viajes, el desencanto marchito mis más bellas ilusiones, las arrugas surcaron mi rostro y las canas blanquearon mi cabeza.

Había resistido el empuje de sesenta inviernos sin sucumbir. Hacía diez años que no excursionaba por los montes: la vieja carabina yacía olvidada colgada de un clavo, los perros habían desaparecido, y las bocina y las palomas empolvadas y abandonadas enun estante.

De mis hijos, unos se casaron, otros se fueron y algunos murieron. Mi esposa, la compañera fiel de mi vida fue la última que sucumbió, bondadosa y buena hasta el último día de su vida.

Como era más joven que yo siempre me pareció bella, y la amé con no desmentidas ternura y fidelidad. Antes de lanzar el postrer aliento, recuerdo que me ofreció seguir amándome en el cielo.

Me quedesolo… solo en mi alcoba, solo en el templo, solo en todas partes.- por una coincidencia estuve en la casa de un viejo amigo de mi juventud, quien me manifestó que en Mozomboa había fallecido un hermano suyo, y los herederos hijos suyos de su hermano le pedían su presencia: así lo exigía el intestado. Me invito a que lo acompañara y accedí con gusto, deseoso de distraerme con mi orfandad.

Partimosa caballo, en una mañana del mes de octubre: mañana melancólica, con cielo cubierto de blancas nubes rizadas por los vientos del otoño……Vientos gimen al par de las tórtolas entre los húmedos maizales, y en los lloridos rastrojos visitados en esa estación. Por bandadas de palomas venidas de regiones desconocidas; que ha yendo del aterido invierno llegan en busca de clima suave y benigno.

En laprimera jornada pernotamos en Cerro Gordo. Y la segunda debíamos llegar al término.

Yo no conocía muy bien la ruta que debíamos seguir, pero mi amigo se encargó de irme indicado los nombres de las rancherías Coscorrón tocábamos; aquí es Plan del Río……. Aquí es Palo Gacho…… Aquí es El aguaje Aquí es...Coscorrón…… ¡Coscorrón! Repetí con fruición….. Una idea cruzo por mi mente, y un deseo a que nopude resistir me inclino a quedarme ahí con su noche. Propuse a mi amigo que me permitiera que le diera alcance al tercer día, y me complació. La distancia que faltaba por recorrer era corta, y se marchó en compañía de un mozo que le proporcioné. En la primera casa que pedí albergue me fue concedido, y se me ofreció una cama por la noche, alimentos para mí, y pastura para mi caballo. Ese mismodía por la tarde, me eché a andar rumbo a la casita en la que hacia tantos años pasé horas tan tranquilas y felices…. Pero un frio recorrió todas mis venas. ¡La casita!, ¡ay Dios! Ya no existía!... En el lugar donde estuvo crecían la maravilla y las ortigas; y la colosal higuera, a cuya sombra me quedé medio dormido durante un baile, solo ostentaba y carcomida por los años, largos bejucos y algunaplanta parásita: el jardineito había desaparecido; la cementera convertida en potrero, pastaban algunos bueyes mansamente; la cocina donde comimos, el pequeño departamento donde dormían las muchachas, la salita donde dormí junto al altar de finados; la Adelita junto a la que Felicitas daba de comer todas las mañanas a las aves de corral, ya no existían!... Sólo la hilera de ciruelos estaban allí,sin hojas y sin fruto; y debajo tirados los viejos troncones que nos sirvieron de asientos, cuando regresábamos cansados de nuestras cacerías….profunda tristeza sentí en mi corazón… me senté sobre uno de aquellos troncones carcomidos y húmedos; y meditando acerca de la instabilidad de las cosas humanas, contemplaba aniquilados todos aquellos objetos, que me recordaban la existencia fugaz de...
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