A-proposito-de-los-iconos-nacionales-borges-josefina-ludmer
Hoy trataré de sacar par9do del :tulo de esta conferencia, con algunas ideas sobre Borges como ícono cultural. Quiero decir con esto que Borges forma parte de una serie de íconos argen3nos del siglo XX. Y trataré de pensar desde la exportación de signos culturales por parte de las periferias, desde la exportación de productos culturales argen9nos, que son o se transforman en signos de iden9dad. El carácter icónico de Borges, su innovación y su diferencia ¿se debería, como la de Joyce, a que se sitúa en un margen, una periferia de un imperio, para mostrar el carácter potencialmente innovador de esa posición, la libertad de proliferaciones y de mezclas que permite, junto con el consumo canibalís9co de la literatura occidental? Esta posición periférica del imperio lo ligaría y opondría a Joyce o a KaQa. Lo mismo su bilingüismo periférico, que lo ligaría y opondría a BeckeU y a Nabokov. Pero los argen9nos no reflexionamos frecuentemente sobre los problemas culturales y lingüís9cos de las periferias, en relación con el mundo global. Nos quedamos con nuestros íconos, que son a la vez nuestros productos culturales de exportación y de iden9ficación. Borges es el escritor nacional contemporáneo que se universalizó: nos representa y nos unifica a los argen9nos en el mundo, junto con Gardel, Eva Perón, Maradona y el Che Guevara, que exportó lo inexistente: nuestra revolución social. Y esta serie parece ar9culada con algo popular y algo que 9ene que ver con las masas o con la cultura de masas. Porque Borges [como Gardel, Eva Perón, etc.] también cul9vó ese elemento popular que, para él, era el gaucho o el compadrito y escribió milongas; para él lo popular se situaba en el pasado y era lo nacional‐popular literario, Juan Moreira, las masas de la literatura gauchesca y las del barrio de Carriego. En 1940, Borges podría estar al lado de Eva Perón pero en el polo opuesto del equipo nacional exportable por su representación opuesta de las masas. Para Eva Perón los peronistas eran sus “queridos grasitas”, para Borges son una orda asesina de un judío en “La fiesta del monstruo” (escrita en alianza con Bioy Casares en 1947), que es una reescritura de “La refalosa” de Hilario Ascasubi, y por lo tanto una reescritura de la tradición gauchesca, de la construcción literaria de la lengua del mal, del suelo más bajo de la lengua. La ecuación Rosas‐Perón es lo que funciona en Borges, la barbarie y la civilización del pasado. [B se vuelve al pasado de su padre, al populismo liberal oligárquico.] Quiero marcar esto: aunque Eva Perón y Borges, en los años 40 y 50 representan dos ideas opuestas, la serie de íconos se ar9cula con las masas, con un 9po de representación de lo nacional‐ popular, o con una idea de lo nacional popular, y esta idea de lo “nacional‐popular” parece ser el elemento que ar9cula la serie exportable. ¿Será esa representación de lo nacional popular lo que exportamos, lo que nos define como nación en el campo global de la literatura, la cultura y la polí9ca en el siglo XX? ¿O es este rasgo el que define a los íconos culturales de las periferias? ¿Y en los dos niveles, el de Eva Perón y el de Borges? Porque los íconos periféricos no solo son productos de exportación cultural y puntos
que definen iden9dades nacionales, sino representaciones determinadas de lo nacional=popular [en diferentes niveles de la cultura, “alta” y “popular”]. Pero si dejamos de lado lo popular o las masas de los años 40 y 50 Borges también podría estar al lado de una figura como la de Bernardo Houssay, premio Nobel de química de 1947, como los dos representantes de la alta cultura, de nuestra ciencia y nuestra literatura en el campo internacional (y no de César Milstein, premio Nobel 1986, que trabaja en Inglaterra). La ciencia ...
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