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En vísperas de ser homenajeado por 57 años de carrera profesional, Ignacio López Tarso recuerda con orgullo a sus maestros Xavier Villaurrutia y Salvador Novo, sus personajes y problemas que ha enfrentado en su desempeño
ÁNGEL VARGAS
La frase fue lapidaria: "Estás cometiendo las dos pendejadas más grandes de tu vida: querer ser actory casarte". Ignacio López Tarso ríe hoy ante esa confrontación que sostuvo con su padre hace casi 60 años
Y, entre gestos pícaros, la única aclaración que hace es que su matrimonio fue muy feliz y sus padres quisieron mucho a su mujer. Acaso para él está por demás decir que el tiempo le dio la razón.
Igual de acertada, según parece, fue la determinación de cambiarse el nombre. Hecho que seremonta a los inicios de sus estudios de actuación, en 1949, cuando el poeta Xavier Villaurrutia le aseguró que como Ignacio López López no sólo nunca sería famoso, sino que se le dificultaría incluso llegar a ser actor.
Fue entonces que a su mente llegó uno de los tantos personajes de sus lecturas en el seminario: Saulo de Tarso, un centurión romano que logró hablar con Dios y que, con eltiempo, se convirtió en una de las grandes figuras del cristianismo: San Pablo.
Y así, desde hace 57 años se llama Ignacio López Tarso, y como tal figura desde hace varias décadas entre los más insignes actores que ha dado el país, con un vasto y diverso trabajo cultural que lo ubica como uno de los grandes valores mexicanos.
Méritos, los anteriores, por los que recibirá un homenaje en elPalacio de Bellas Artes la noche de este lunes. Con ese motivo, el maestro concede a La Jornada una larga entrevista de más de hora y media, en su casa.
"Me siento halagado y agradecido por este homenaje. También muy emocionado por regresar a Bellas Artes: es el teatro donde comencé mi carrera, aunque ahora parezca vedado para la actividad teatral; sólo se presenta ópera, danza y música sinfónica",señala.
"En 1949, cuando entré a la Escuela de Teatro de Bellas Artes, la única que existía en el país, ése era nuestro teatro. Xavier Villaurrutia fue mi primer maestro, como lo fueron también otros grandes, entre ellos ellos Salvador Novo y Clementina Otero.
"Es un teatro grandioso, uno de los más importantes y bellos de Latinoamérica. En él hice mi primer Shakespeare, una versión de LeónFelipe de Macbeth; también a mi primer autor griego, Hipólito, de Eurípides, dirigido por Salvador Novo. Prueba de fuego, de Arthur Miller, creo que fue la última obra que hice en Bellas Artes.
"Participé, además, en mucho teatro infantil. Recuerdo que era en las mañanas. Resultaba maravilloso ver cómo se llenaba el teatro de puros chamaquillos de primaria y secundaria."
–¿Qué representa laactuación para su vida?
–Ha sido prácticamente mi vida misma. Me ha ido muy bien, en general. Mi carrera ha sido muy interesante, porque la carrera de un actor se mide por los personajes que interpreta, y me han tocado en suerte varios de los más grandes. Desde algunos de los clásicos griegos, como Edipo Rey y Edipo en Colona, hasta gran parte de los del Siglo de Oro español.
"Digo suerte,porque claro que los he buscado, pero también han sido cuestión del azar. Por ejemplo, los primeros papeles me cayeron sin que lo esperara ni lo mereciera. Era apenas un alumno incipiente en la academia de teatro cuando me ofrecieron un Shakespeare tan grande como Macbeth y luego Hipólito.
"Oportunidades que me llegaron y que afortunadamente supe aprovechar, a pesar de que estaba muy joven einexperto. Pero puse todas mis ganas y lo que iba aprendiendo, porque, dije, éstas no se me van.
"Y así, en teatro, he actuado gran cantidad de dramaturgos de diferentes épocas y nacionalidades. De Moliére a Arthur Miller, sin omitir a los mexicanos. Me tocó estrenar, por ejemplo, Moctezuma II, de Sergio Magaña, que es la mejor obra del teatro nacional, aunque, como siempre, habrá quien quiera...
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