Una historia cualquiera

Páginas: 5 (1125 palabras) Publicado: 13 de abril de 2014
No es de poca importancia para un príncipe la buena elección de sus ministros, los cuales
son buenos o malos según la prudencia de que él usó en ella650. El primer juicio que hacemos,
desde luego, sobre un príncipe y sobre su espíritu, no es más que conjetura651; pero lleva
siempre por fundamento legítimo la reputación de los hombres de que se rodea este príncipe.
Cuando ellos son de unasuficiente capacidad, y se manifiestan fieles652, podemos tenerle por
prudente a él mismo, porque ha sabido conocerlos bastante bien y sabe mantenerlos fieles a su
persona653
.
Pero cuando son de otro modo, debemos formar sobre él un juicio poco favorable; porque
ha comenzado con una falta grave tomándolos así654. No había ninguno que, viendo a mosén
Antonio de Venafío hecho ministro dePandolfo Petrucci, príncipe de Siena, no juzgara que
Pandolfo era un hombre prudentísimo, por el solo hecho de haber tomado por ministro a
Antonio655
.
Pero es necesario saber que hay entre los príncipes, como entre los demás hombres, tres
especies de cerebros. Los unos imaginan por sí mismos656; los segundos, poco acomodados
para inventar, cogen con sagacidad lo que se les muestra porlos otros657, y los terceros no
conciben nada por sí mismos, ni por los discursos ajenos658. Los primeros son ingenios
superiores; los segundos, excelentes talentos; los terceros son como si ellos no existieran659
.
Si Pandolfo no era de la primera especie, era menester, pues, necesariamente que él
perteneciera a la segunda. Por esto, sólo que un príncipe, aun sin poseer el ingenioinventivo,
está dotado de suficiente juicio para discernir lo bueno y malo que otro hace y dice660, conoce
las buenas y malas operaciones de su ministro, sabe echar de ver las primeras, corregir las
segundas, y no pudiendo su ministro concebir esperanzas de engañarle, se mantiene íntegro,
prudente y fiel.
Pero ¿cómo conoce un príncipe si su ministro es bueno o malo? He aquí un medio que noinduce jamás a error. Cuando ves a tu ministro pensar más en sí que en ti, y que en todas sus
acciones inquiere su provecho personal, puedes estar persuadido de que este hombre no te
servirá nunca bien661. No podrás estar jamás seguro de él, porque falta a la primera de las
máximas morales de su condición. Esta máxima es que el que maneja los negocios de un
Estado no debe nunca pensar ensí mismo, sino en el príncipe662, ni recordarle jamás cosa
ninguna663 que no se refiera a los intereses de su principado.
Pero también, por otra parte, el príncipe, a fin de conservar a un buen ministro y sus
buenas y generosas disposiciones, debe pensar en él, rodearle de honores, enriquecerle y
atraérsele por el reconocimiento con las dignidades y cargos que él le confiera.
Los gradoshonoríficos y riquezas que él le acuerda colman los deseos de su ambición664
,
y los importantes cargos de que éste se halla provisto, le hacen temer que el príncipe sea
mudado de su lugar, porque conoce bien que no puede mantenerse más que con él665. Así, MAQUIAVELO, Nicolás, El príncipe 52
pues, cuando el príncipe y el ministro están formados y se conducen de este modo, pueden
fiarse eluno en el otro666; pero si no lo están, acaban siempre mal uno u otro
667
.

Capítulo XXIII
Cuándo debe huirse de los aduladores
No quiero pasar en silencio un punto importante, que consiste en una falta de la que se
preservan los príncipes difícilmente cuando no son muy prudentes o carecen de un tacto fino
y juicioso. Esta falta es más bien la de los aduladores, de que están llenaslas cortes668; pero se
complacen tanto los príncipes en lo que ellos mismos hacen, y en ello se engañan con una tan
natural propensión, que únicamente con dificultad pueden preservarse contra el contagio de la
adulación. Aun, con frecuencia, cuando quieren librarse de ella, corren peligro de caer en el
menosprecio669
.
No hay otro medio para preservarte del peligro de la adulación más...
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