aristoteles

Páginas: 28 (6882 palabras) Publicado: 28 de enero de 2015
MEDITACIONES METAFÍSICAS 1
Primera a Cuarta
René Descartes
(1596 – 1650)

Meditación tercera
De Dios; que existe

1. La regla general para aceptar
algo como verdadero es que
aparezca a la luz de la razón
de manera clara y distinta, es
decir, evidente. Hasta ahora
el “cogito” es la única verdad
aceptada como evidente, y
por ello, además de ser la
primera verdad, se erige
comomodelo de toda
verdad.
Al aplicar esta regla general
no puede aceptarse como
verdadero la existencia de un
mundo exterior.

Cerraré ahora los ojos, me taparé los oídos, suspenderé mis sentidos; hasta
borraré de mi pensamiento toda imagen de las cosas corpóreas, o, al menos,
como eso es casi imposible, las tendré por vanas y falsas; de este modo, en
coloquio sólo conmigo y examinando misadentros, procuraré ir conociéndome
mejor y familiarizarme más conmigo mismo. Soy una cosa que piensa, es decir,
que duda, afirma, niega, conoce unas pocas cosas, ignora otras muchas, ama,
odia, quiere, no quiere, y que también imagina y siente, pues, como he
observado más arriba, aunque lo que siento e imagino acaso no sea nada fuera
de mí y en sí mismo, con todo estoy seguro de que esos modosde pensar
residen y se hallan en mí, sin duda. Y con lo poco que acabo de decir, creo haber
enumerado todo lo que sé de cierto, o, al menos, todo lo que he advertido
saber hasta aquí.
Consideraré ahora con mayor circunspección si no podré hallar en mí otros
conocimientos de los que aún no me haya apercibido. Sé con certeza que soy
una cosa que piensa; pero ¿no sé también lo que se requierepara estar cierto
de algo? En ese mi primer conocimiento, no hay nada más que una percepción
clara y distinta de lo que conozco, la cual no bastaría a asegurarme de su verdad
si fuese posible que una cosa concebida tan clara y distintamente resultase
falsa. Y por ello me parece poder establecer desde ahora, como regla general,
que son verdaderas todas las cosas que concebimos muy clara ydistintamente.
Sin embargo, he admitido antes de ahora, como cosas muy ciertas y
manifiestas, muchas que más tarde he reconocido ser dudosas e inciertas.
¿Cuáles eran? La tierra, el cielo, los astros y todas las demás cosas que percibía
por medio de los sentidos. Ahora bien: ¿qué es lo que concebía en ellas como
claro y distinto? Nada más, en verdad, sino que las ideas o pensamientos de
esas cosasse presentaban a mi espíritu. Y aun ahora no niego que esas ideas
estén en mí. Pero había, además, otra cosa que yo afirmaba, y que pensaba
percibir muy claramente por la costumbre que tenía de creerla, aunque
verdaderamente no la percibiera, a saber: que había fuera de mí ciertas cosas
de las que procedían esas ideas, y a las que éstas se asemejaban por completo.
Y en eso me engañaba; o almenos si es que mi juicio era verdadero, no lo era
en virtud de un conocimiento que yo tuviera.

1

Versión comentada y adaptada por Alejandro J Sarbach Ferriol, para uso exclusivamente escolar.
Fuentes:
• Traducción base del profesor Vidal Peña, tomada de la web de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, México:http://docentes.uacj.mx/museodigital/cursos_2005/gabriela/DescartesMeditaciones.pdf
• Comparada y corregida con la traducción y las notas del profesor Manuel García Morente (Ed. Espasa Calpe, Madrid, 1980)

2. Llegado a la evidencia de la
existencia del propio Yo
(aunque se dude o se esté en
el error no se puede negar la
existencia como ser que
duda), la argumentación
sobre la posible existencia de
un Dios engañador (duda
hiperbólica) lleva a un
callejón sinsalida: hasta las
ideas más evidentes, como
las matemáticas, podrían ser
falsas, puesto que Dios
podría haber creado al
hombre con una naturaleza
proclive al error.
En consecuencia la única
manera de poder continuar
es demostrando la existencia
de Dios, y si es posible que
sea un Dios engañador.

Pero cuando consideraba algo muy sencillo y fácil, tocante a la aritmética y la...
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