Casos
Se han convertido, por tanto, en instrumentos fundamentales para la construcción de una economía y una sociedad globales, pueden o deben ser catalizadores muy poderosos de la transformación hacia un mundo más próspero, equilibrado y sostenible.
Las empresas no son parte de los problemas del mundo. Al contrario, tienen que ser un elemento esencial para su solución. En el siglo XXI,la empresa tiene que ser responsable; debe responder a las demandas legítimas de su entorno, asumir compromisos con las sociedades en las que está presente. Y tiene dos motivos muy importantes para hacerlo: la convicción y su propio interés. La convicción, porque la ética y los valores positivos deben constituir el núcleo de su cultura corporativa Y el interés, porque las empresas afrontan unasociedad cada vez más informada y exigente; y necesitan, por tanto, mayor legitimidad para desarrollar con éxito su actividad en el medio y largo plazo. Por otra parte, una sociedad más próspera y estable es, al mismo tiempo, una condición y un resultado del buen desarrollo de las empresas.
Si esto es así para todas las empresas, aún más lo es para los bancos. Porque la industria financiera estáen el centro de la economía y la sociedad.
Su función es ayudar a las empresas y a los ciudadanos a realizar sus proyectos, ofreciendo servicios fundamentales de pagos, de ahorro y de inversión, además de suministrar una gama creciente de otros productos y servicios cada vez más especializados, fundamentalmente vinculados a la gestión del riesgo en sus distintas modalidades.
Por todo esto, labanca es un factor fundamental del desarrollo. Y, por eso, la banca debería ser un referente básico de la confianza de todos los agentes sociales, en un doble sentido: en el de atender los intereses legítimos de todos sus stakeholders y, también, en el sentido de la prudencia y la competencia profesionales.
Competencia profesional y ética son dos atributos esenciales –y en muchos aspectosrelacionados– que cada entidad financiera, y el sistema en su conjunto, debe salvaguardar celosamente.
Esto siempre ha sido así, pero la crisis ha conducido a una grave pérdida de la credibilidad del conjunto del sistema económico y muy en particular a un fuerte deterioro de la reputación de los bancos. En paralelo, se ha estrechado el escrutinio de la opinión pública y la presión de los medios, asícomo el activismo de los accionistas y de multitud de organizaciones no gubernamentales y de plataformas más o menos formales de reivindicación que, en última instancia, reclaman cambios profundos en la gestión y el control de las decisiones políticas, económicas y financieras.
Sin duda, ha habido actuaciones erróneas, imprudentes o llanamente fraudulentas en muchas entidades. También, fallos muyimportantes en el sistema, deficiencias muy serias en la regulación y en la supervisión que deben ser corregidas. Pero no toda la responsabilidad, ni siquiera la cuota mayor de responsabilidad, puede ser asignada a la regulación y la supervisión.
No existe la supervisión perfecta y no es posible –ni deseable– una regulación financiera que prevea todas las situaciones y determine todas las...
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