Crónica De Una Muerte Asegurada
María del Mar Pernett
“La vida es tan corta y el oficio de vivir tan difícil, que cuando uno empieza aaprenderlo, ya hay que morirse” Gabriel García Márquez.
Paúl, aún afligido, con los ojos tristes y la voz interrumpida por el silencio de sus respuestas recuerda a su padre como un hombre alegre,colmado de vida, amante del tenis, apasionado por su familia, y de una extravagante pero preponderante afición por su trabajo.
Mario, médico nuclear se especializó en terapias y tratamientosreactivos, radicándose durante un tiempo en Guayaquil para trabajar en el Hospital de SOLCA, donde se caracterizó por sus conocimientos, buen humor y estima valorado por sus pacientes; debido a laconstancia que le puso a su vocación supo ganarse el respeto y admiración durante toda una vida.
Mario adquirió tiempo atrás un seguro de vida, pensando en la posibilidad de proteger económicamente a sufamilia en caso de que algo sucediera, como simple presentimiento y sabiduría que dan los años pero ¡claro está! sin imaginar que una enfermedad conocida como colangiocarcinoma iría acabandopaulatinamente y silenciosamente con sus años.
“Siempre recordare a mi familia unida, a mi padre jugando tenis, aconsejándonos, preparando reuniones familiares, conversando y riendo a carcajadas, perosobretodo la buena salud que siempre lo caracterizo” es así como Paúl inmortaliza esos dulces recuerdos del ser que ilustro a los miembros de su familia con integridad.
A 90 días y un poco más desufrir una profunda pérdida, Paúl Fernando, hijo mayor de Mario aun asimila la reciente ausencia de su padre, provocada por un paro cardiorrespiratorio, o en términos comunes la detención de la respiracióny del latido cardíaco en un individuo, que le enseña a valorar lo fulminante que es la vida.
Todo paso muy rápido, el tiempo no se detuvo, las cosas dieron un giro totalmente distinto al...
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