Cuento Historico

 Eran finales de año de 1863, el ejército francés ocupo México y se fue extendiendo poco a poco ensanchando el círculo de su dominación, comenzó con los estados centrales de la república y nosotros solo nos retirábamos para tomar posiciones en los estados lejanos y preparar en ellos la defensa.
Eran días malos, la desgracia nos perseguía y cada batalla que hubiéramos presentado habría sidopara nosotros un nuevo desastre.
Así pues, nos retirábamos y las legiones francesas acompañadas de sus aliados mexicanos avanzaban sobre poblaciones inermes que muchas veces se veían obligadas a recibirlos con arcos triunfales.
De esta manera las tres divisiones del ejercito francomexicano, mandadas por Dovay, Berthier y Mejia salidos en los meses de octubre y noviembre de México endiferentes direcciones, a fin de envolver al ejército nacional y apoderarse de las mejores plazas del interior, ocuparon sucesivamente Toluca, Querétaro, Morelia, Guanajuato y san Luis potosí.
Fue así como mi amada sabina conoció al comandante Fernando Ponce, un hombre perteneciente a una familia de magnifica posición , gallardo, buen mozo, respetuoso, de maneras distinguidas y sobre todo simpático.Era de esos hombres cuyos ojos parecen ejercer desde luego en la persona en quien se fijan un dominio irresistible y grato.
El coronel Ponce era idolatrado por sus soldados muy querido por sus compañeros y el favorito de su jefe; Ponce era peligroso para las mujeres, era irresistible y mil relatos de aventuras galantes y que revelaban su enorme fortuna en asuntos de amor, circulaban de boca enboca en el ejercito.
Sabina, mi amada, la mujer perfecta, sincera, cariñosa, bondadosa, de grandes ojos y peculiar belleza. Ella, ella era mi mejor amiga ante los demás, pero para mí era mi amada.



Recuerdo aquel día en que se conocieron tan perfectamente que sin más puedo narrar cada instante de aquel amor.
Sabina y yo éramos amigos desde hace mucho tiempo ambos trabajábamos encasa de un hacendado, éramos criados, yo me encargaba del establo y ella le servía a la esposa del hacendado.
Una tarde la esposa pidió que la lleváramos a Zacoalco en compañía de un par de sus amigas porque querían quedarse en el pueblo a un evento social. Así que dejamos todo lo que estábamos haciendo y cumplimos con la petición, alistamos el carruaje, las mulas y a otros hombres y partimosa Zacoalco.
Era el 3 de febrero de 1864 y ya avanzada la tarde que estaba cálida y tranquila.
El carruaje iba tirado por seis mulas que caminaban con toda la ligereza posible con dirección al pueblo de Zoacoalco , distante todavía como unos 15 kilometros.
En pos de el seguían un caballero y seis u ocho criados, uno conduciendo a tiros y otros algunas mulas cargadas de petacas.
Un parde kilómetros después las mulas parecían fatigadas, el carruaje maltratado y los mozos caminaban cabizbajos y taciturnos, señal del fastidio que les había producido una caminata poco común.
De repente en un recodo del camino del carruaje se detuvo como por un obstáculo, las mulas desfallecían, pero el conductor les aplico latigazos tan vigorosos que los pobres animales hicieron un esfuerzosupremo y partieron con tanta fuerza que el carruaje, después de haber dado un gran salto, volcó cayendo sobre uno de los costados.
Sabina al igual que las mujeres de hacendados que iban en el carruaje, dieron un grito espantoso, en ese instante me alerte tanto, creí que a mi amada le había ocurrido algo, los criados corrieron en auxilio de las mujeres y como es obvio yo corrí a socorrer aSabina…
-Sabina, ¿te encuentras bien?
A lo que sin preámbulos ella contesto:
- Nada me ha sucedido, fue solo un golpe en el hombro, no hay de que preocuparse, muchas gracias por tu ayuda José.
Por fortuna no le había ocurrido nada grave, ni a ella ni a las demás mujeres, solo unos cuantos raspones en los brazos, al que si le paso algo fue al carruaje, una de las ruedas, detenida en un hoyo,...