Diálogos...

(DIALOGOS...

- ¿Su nombre...?
= Qué más da...
- ¿No lo va a decir?
= ¿Es acaso importante?
- Bueno, convendría, al menos, para dirigirme a usted.
= ¡Bah, puede llamarme como crea más adecuado. Ya sabe que el nombre nada dice de aquél que lo lleva; si acaso, algo de la intención de quien se lo puso. Y los apellidos, mejor también obviarlos. Evitaremos prejuicios, y ganaremos misterio.- ¿Misterio?
= ¿No es acaso útil para generar atracción?
- Puede... Pero lo misterioso tiene siempre algo de oculto, y si ya de partida me insinúa que va a ocultarme cosas...
= No siempre ocultar es malo. Oculta el hombre pobre cuando esconde del ladrón su pequeño tesoro para que no se lo robe, y también el avaro y rico cuando lo hace para no compartirlo. Así que dependerá delespíritu con que se haga. De todas formas, lo del misterio lo he dicho con ironía, pensando que usted acaso escribirá lo que hablamos, y que toda literatura necesita cierta dosis de misterio para ser atractiva. Y pienso, además, que, si no damos pistas de lugar, ni de tiempo, ni de otras circunstancias externas a nosotros, al menos al principio seremos entendidos yjuzgados mejor por el que lea o escuche, pues le estaremos limitando la posibilidad de sentir animadversión hacia nosotros por el simple hecho de llamarnos de cierta forma, de vivir en determinado lugar y tiempo, o de disponer a nuestro alrededor de mayor o menor número de objetos de nuestra propiedad.
- Inútil preocupación. Si lo que hablemos pudiera llegar a ser deinterés para otros, por fuerza tendríamos que ser conocidos para ser comprendidos. ¿Servirían de algo las palabras sabias de alguien que se desenvuelve como un necio?
= Muchas autoridades actúan de esa forma, y multitudes les siguen y alaban.
- ¿Y será ése nuestro objetivo? ¿Ser seguidos y alabados?
= No, si no lo merecemos.
- ¿Y cuál sería mérito suficiente?
= ¿Qué le parece éste: Ser capacesde poner de acuerdo en todo lo importante a todos los seres humanos?
- Usted está loco.
= ¿Y por qué le parece locura cosa que debiera ser tan sencilla, puesto que venimos al mundo con la facultad de pensar, expresar nuestros pensamientos y entender el de otros?
- Se olvida usted de la pobreza, las enfermedades, y las situaciones de necesidad en las que el ser humano no puede siquiera detenersea pensar, puesto que la incapacidad, el dolor, el hambre o el frío le apremian, o le llevan a la desesperación, a inhibirse y no hacer nada, o, lo que es peor, a hacer lo que no quisiera.
= No, no me olvido de esas circunstancias, y deberemos tratar también cuál es su origen y cuál puede ser el modo de evitarlas o erradicarlas, si fuera posible. Pero, puesto que la inmensa mayoría de loshumanos que conozco no viven determinados por ellas, y puesto que el ser humano ha demostrado sobradamente su capacidad para sobrevivir y convivir adaptándose a las más difíciles e inhóspitas condiciones, desde los hielos árticos hasta los sofocantes arenales y pedruscos del desierto, cabe concluir que lo que impide el entendimiento no son las circunstancias externas que rodeanla vida de los humanos, sino más bien las decisiones, meditadas o no, que surgen de dentro de él. ¿Podría usted conceder que estemos de acuerdo en esto?
- Podría, siempre que no olvidemos volver a abordar la cuestión de los males que aquejan al hombre y que le sobrevienen sin que él pueda gobernarlos y que le inducen a actuar de un modo u otro.
= Siendo así, acaso me dejeintentar convencerle de que no es locura lo que a usted se lo parece y podríamos juntos adentrarnos en la búsqueda de las razones por las que a los seres humanos nos cuesta tanto ponernos de acuerdo; y, si nos fuese bien, quién sabe si seríamos capaces de acometer juntos aún más difíciles averiguaciones.
- Acepto. Pero, dígame: ¿Vamos a hablar sólo de filosofía?
= ¿Sólo? ¿Le parece poco? No sé qué...