Distonia adaptacion y calidad de vida
Elizabeth Ródenas González, Licenciada en Psicología. Colegiada nº 16106 A lo largo de nuestra vida todos pasamos por una serie de dificultades a las que hemos de hacer frente. Una parte de ellas son las enfermedades. Cuando aparece la enfermedad hemos de girar toda nuestra atención hacia la recuperación de la salud. Cuando se trata de una enfermedad crónica, el proceso adquiere un formato especial, pues la persona se ve obligada a realizar un esfuerzo continuo y permanente en pro, no tanto de recuperar la salud, son de llegar a un nivel de calidad de vida satisfactorio. La enfermedad crónica aparece y se convierte, queramos o no, en compañera habitual. Una compañera que exige, la mayoría de las veces, cambios en todos los niveles y esferas de nuestra vida. Cuando aparece la Distonía, al igual que las enfermedades crónicas, la persona afectada se siente vulnerable, se ve obligada a romper con sus comportamientos habituales y le genera una situación de desequilibrio y descontrol. La persona vive una situación de crisis donde la experiencia de amenaza y pérdida se vive con intensidad. Para superar esta crisis, la persona afectada pone en marcha todas las habilidades y recursos que dispone para restablecer el equilibrio perdido y ser capaz de mantener un nivel de calidad de vida óptimo. El resultado de todo lo que haga para afrontar la situación será lo que se evalúe como más o menos adaptativo. Algunos factores tales como: la gravedad de los síntomas, las limitaciones físicas, la interpretación y valoración de la situación; el estilo de atontamiento y la experiencia ante situaciones estresantes; la información disponible, la demora en el diagnóstico; la disponibilidad de recursos médicos y comunitarios o el apoyo real y percibido, pueden facilitar o entorpecer la adaptación. ¿Qué tipo de ajustes son necesarios para adaptarse a la Distonía? A nivel biológico, la persona ha de utilizar y aprender estrategias paliativas que le ayuden a controlar en la medida de lo posible los síntomas. Estados de agitación y ansiedad aumentan la sintomatología, por lo que es fundamental aprender a relajarse y controlar aquello que altera. Por otra parte, los espasmos y la continua activación corporal generan tensión y dolor muscular, así como cansancio y fatiga. El ejercicio suave, el descanso, masajes y la respiración diafragmática son herramientas útiles para paliar estas consecuencias. A nivel funcional, en los casos más graves, pueden verse alteradas las capacidades de autocuidado, movilidad y actividad física. Los esfuerzos se han de dirigir, entonces, a aumentar y/o recuperar la autonomía y la independencia desarrollando nuevas habilidades, pues son las fuentes básicas de satisfacción con la vida. A pesar de las dificultades, es necesario que la persona mantenga una rutina de trabajo, de tareas, de pasatiempos y de actividades sociales, pues esto le proporcionara estabilidad dentro del caos. A nivel psicológico, en el área cognitiva, la estrategia de afrontamiento por excelencia que facilita el ajuste es obtener información sobre la Distonía, los tratamientos y los recursos de que se dispone a nivel comunitario. Por otro lado, la persona ha de replantearse valores y prioridades y
redefinir los objetivos vitales. Una actitud flexible da paso a considerar nuevas actividades y objetivos gratificantes dentro de las limitaciones. Los ajustes emocionales hacen referencia a cómo responde el afectado ante los retos que le exige la enfermedad. Desde que comienzan los primeros espasmos distónicos, la incertidumbre y la búsqueda de ...
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