docente

ARIZONA, 
ESTADOS UNIDOS+
Es de las pocas que pueden contar la historia. La golpearon, la humillaron, estuvo cinco días pérdida en el desierto, quedó inconsciente y a punto de morir deshidratada.
Como los milagros existen, Zoila Argentina Tabora se encontró con un ángel guardián disfrazado de migrante. Éste la entregó a una patrulla fronteriza que la llevó a un hospital donde le salvaron lavida.

Zoila, aún con las huellas que le dejaron los golpes y el trauma de ver la muerte en un inmenso “mar de arena”, cuenta hoy su historia de dolor y sufrimiento.
“El 24 de enero de este año salí de mi natal Trascerros, Santa Bárbara, rumbo a Virginia, Estados Unidos, donde iba a reunirme con dos niños que había cuidado y que lloraban por mi ausencia.

Antes del viaje le pagué al ‘coyote’los cinco mil dólares que me cobró para llevarme segura y cómoda a Virginia. En Guatemala, a la altura de La Hachadura, me uní a un grupo de salvadoreños. Cruzamos Guatemala y hasta llegar a México DF, el viaje fue tranquilo.

Empecé a preocuparme cuando el ‘coyote’ me exigió que llamara a mis patrones para que giraran más dinero. ‘Si queréis seguir, que me manden 500 dólares’, me dijo a pesar deque había pagado con antelación.
Me obligaron a mentirles, a decirles que ya estaba en Reinosa y que necesitaban el dinero para llevarme a Houston. Les dije a mis patrones lo que ellos me pidieron. Les mentí, pero a esa altura ya sentía mucho miedo.
Mi patrona giró el dinero y continuamos el viaje hasta la frontera. El 5 de febrero comenzó la aventura en el desierto de Arizona
.
El ‘coyote’me dijo que sólo iba a caminar 40 minutos y que, en un punto, un bus nos iba a estar esperando para llevarnos a Estados Unidos.
Lamentablemente, esos 40 minutos se hicieron eternos y pronto el sol ardiente me fue debilitando, mientras en el horizonte sólo miraba arena y cactus. Me hice amiga de Ana, una salvadoreña que fue mi acompañante en el desierto. Ella me llevaba tomada del brazo porque meresbalaba en las piedras.
El calor me fue debilitando. Cada minuto que transcurría mis pasos eran cada vez más lentos y me iba quedando rezagada. Esto incomodó al ‘coyote’, que comenzó a regañarme.

Los salvadoreños que iban conmigo me daban ánimo y caminaban despacio para que el guía no me dejara sola en el desierto.
Pero llegó el momento en que ya no podía más y fue cuando el hombre se enojó.Me amenazó con dejarme botada allí si continuaba quedándome atrás.
Yo ya estaba muerta del miedo, pero como pude seguí varios minutos junto al grupo. De pronto me sentí muy débil. Él me gritaba para que me apurara; sus gritos me ponían nerviosa, me daban pánico.
Cuando las piernas ya no me respondieron y no podía respirar, él me apartó de los salvadoreños que me auxiliaban y los amenazó condejarlos a la deriva si continuaban ayudándome.

De pronto me pegó una cachetada que me hizo caer en un espinero. ‘¿Tenés marido?’, me preguntó. Le respondí que sí. ‘¿Te ha pegado alguna vez?’. Le dije que no.
‘Pues aquí vas a saber lo que es que un hombre te ponga quieta’ y me siguió pegando. El tipo me dejó tirada ahí y de tanto golpe que me dio, quedé inconsciente.

Abandonada
No recuerdocuántas horas estuve desmayada. Sólo sé que me desperté cuando sentí que un animal me olfateaba los pies.
Me asusté y me moví con cuidado. Creí que era un lobo, pero, a pesar de que tenía los ojos hinchados, vi que era un venado.
Una vez que vi que el animal no me iba a hacer daño, me puse de pie. Mi cabeza sangraba; estuve inconsciente en medio de un es pinero.
Comencé a caminar para encontraruna casa donde alguien me diera la mano.
Pero avanzaba y avanzaba y no miraba nada. No tenía agua ni comida; sólo pensaba en Dios. Le pedía que se compadeciera de mí y me protegiera del solazo que hacía en el desierto. Poco a poco, la sed me iba venciendo.

De repente me encontré con un recipiente que tenía agua sucia, pero no tuve más remedio que tomarme unos tragos.
Cinco días estuve...