El Amor
Desde que llegó a mi vida he notado algo: cuando me alejoalgunos unos minutos de él comienza a llamarme como un loco, y cuando lo hace, escucho una melodía diferente en sus labios, (bueno, la verdad no son labios…). Me gusta escuchar cuando dice: Melisa,Estefanía, o Carlos; pero me fascina escucharlo decir: Robinson. También he notado que nada lo perturba, —¡absolutamente nada!— El otro día por ejemplo estaba yo en un ataque de histeria, y justo en esemomento comenzó a llamarme. Furibunda como estaba lo cogí del pescuezo, (…bueno, la verdad no es pescuezo… es más bien una p…), el caso fue que lo cogí y lo aventé contra el muro, ¡y no dijo nada,parecía un perro!
Aquí entre nos, debo confesar que a veces su presencia me cansa. Eso de sentirme “vigilada” o “vigilarlo”, en algunos momentos me pone los pelos de punta; eso de esperar y esperar todoel día que suene de “sus labios” ciertas melodías me exaspera tanto que comienzo a maquinar los más perversos planes. Esta mañana por ejemplo me había cansado de esperar que dijera Robinson, (Robinsones mi última conquista). Recuerdo me fui para la cocina y comencé a planear la manera de cómo sorprenderlo, de cómo cogerlo y dejarme de sentir “vigilada” o “vigilarlo” yo a él… Ya tenía el planperfecto, ya sabía cómo hacerlo sin que se diera cuenta. De pronto empecé a escuchar que decía: ¡Robinson, Robinson, Robinson!
Por fin era él, —me dije— mi corazón comenzó a palpitar rebosante de...
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