El Corazon Del Hombre
AY MUCHOS
que creen que los hombres son corderos; hay otrosque creen que los hombres son lobos. Las dos partes puedenacumular buenos argumentos a favor de sus respectivasposiciones.Los que dicen que los hombres son corderos no tienen más queseñalar el hecho de que a los hombres se les induce fácilmente ahacer lo que se les dice, aunque sea perjudicial para ellosmismos;que siguieron a sus líderes en guerras que no les produjeron más quedestrucción; que creyeron toda suerte de insensateces sólo con quese expusieran con vigor suficiente y las apoyarala fuerza, desde lasbroncas amenazas de los sacerdotes y de los reyes hasta las suavesvoces de los inductores ocultos y no tan ocultos. Parece que lamayoría de los hombres son niñossugestionables y despiertos amedias, dispuestos a rendir su voluntad a cualquiera que hable convoz suficientemente amenazadora o dulce para persuadirlos.Realmente, quien tiene una convicciónbastante fuerte para resistir laoposición de la multitud es la excepción y no la regla, excepción confrecuencia admirada siglos más tarde y de la que, por lo general, seburlaron suscontemporáneos.Sobre este supuesto de que los hombres son corderos erigieronsus sistemas los grandes inquisidores y los dictadores. Más aún, estacreencia de que los hombres son corderos y que,por lo tanto,necesitan jefes que tomen decisiones por ellos, ha dado confrecuencia a los jefes el convencimiento sincero de que estabancumpliendo un deber moral —aunque un deber trágico—si daban alhombre lo que éste quería, si eran jefes que lo libraban de laresponsabilidad y la libertad.Pero si la mayor parte de los hombres fueron corderos, ¿por quéla vida del hombre estan diferente de la del cordero? Su historia seescribió con sangre; es una historia de violencia constante, en la quela fuerza se usó casi invariablemente para doblegar su voluntad.
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