El Cristo De La Calavera

Páginas: 16 (3886 palabras) Publicado: 1 de noviembre de 2015
I El rey de Castilla marchaba a la guerra de moros, y para combatir con los enemigos de la religin haba apellidado en son de guerra a todo lo ms florido de la nobleza de sus reinos. Las silenciosas calles de Toledo resonaban noche y da con el marcial rumor de los atabales y los clarines, y ya en la morisca puerta de Visagra, ya en la del Cambrn, o en la embocadura del antiguo puente de SanMartn, no pasaba hora sin que se oyese el ronco grito de los centinelas, anunciando la llegada de algn caballero que, precedido de su pendn seorial y seguido de jinetes y peones, vena a reunirse al grueso del ejrcito castellano. El tiempo que faltaba para emprender el camino de la frontera y concluir de ordenar las huestes reales, discurra en medio de fiestas pblicas, lujosos convites y lucidostorneos, hasta que, llegada al fin la vspera del da sealado de antemano por S. A. para la salida del ejrcito, se dispuso un postrer sarao, con el que debieran terminar los regocijos. La noche del sarao, el alczar de los reyes ofreca un aspecto singular. En los anchurosos patios, alrededor de inmensas hogueras, y diseminados sin orden ni concierto, se vea una abigarrada multitud de pajes, soldados,ballesteros y gente menuda, quienes, stos aderezando sus corceles y sus armas y disponindolos para el combate aqullos saludando con gritos o blasfemias las inesperadas vueltas de la fortuna, personificada en los dados del cubilete los otros repitiendo en coro el refrn de un romance de guerra, que entonaba un juglar acompaado de la guzla los de ms all comprando a un romero conchas, cruces y cintastocadas en el Sepulcro de Santiago, o riendo con locas carcajadas de los chistes de un bufn, o ensayando en los clarines el aire blico para entrar en la pelea, propio de sus seores, o refiriendo antiguas historias de caballeras o aventuras de amor, o milagros recientemente acaecidos, formaban un infernal y atronador conjunto imposible de pintar con palabras. Sobre aquel revuelto ocano de cantares deguerra, rumor de martillos que golpeaban los yunques, chirridos de limas que mordan el acero, piafar de corceles, voces descompuestas, risas inextinguibles, gritos desaforados, notas destempladas, juramentos y sonidos extraos y discordes, flotaban a intervalos, como un soplo de brisa armoniosa, los lejanos acordes de la msica del sarao. ste, que tena lugar en los salones que formaban el segundocuerpo del alczar, ofreca a su vez un cuadro, si no tan fantstico, y caprichoso, ms deslumbrador y magnfico. Por las extensas galeras que se prolongaban a lo lejos formando un intrincado laberinto de pilastras esbeltas y ojivas caladas y ligeras como el encaje por los espaciosos salones vestidos de tapices, donde la seda y el oro haban representado, con mil colores diversas escenas de amor, decaza y de guerra, y adornados con trofeos de armas y escudos, sobre los cuales vertan un mar de chispeante luz un sin nmero de lmparas y candelabros de bronce, plata y oro, colgadas aqullas de las altsimas bvedas y enclavados stos en los gruesos sillares de los muros por todas partes adonde se volvan los ojos, se vea oscilar y agitarse en distintas direcciones una nube de damas hermosas con ricasvestiduras chapadas en oro, redes de perlas aprisionando sus rizos, joyas de rubes llameando sobre su seno, plumas sujetas en vaporoso cerco a un mango de marfil, colgadas del puo, y rostrillos de blancos encajes que acariciaban sus mejillas, o alegres turbas de galanes con talabartes de terciopelo, justillos de brocado y calzas de seda, borcegues de tafilete, capotillos de mangas perdidas ycaperuza, puales con pomo de filigrana y estoques de corte bruidos, delgados y ligeros. Pero entre esta juventud brillante y deslumbradora, que los ancianos miraban desfilar con una sonrisa de gozo, sentados en los altos sitiales de alerce que rodeaban el estrado real, llamaba la atencin, por su belleza incomparable, una mujer aclamada reina de la hermosura en todos los torneos y las cortes de amor de...
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