el niño que enloqueció de amor
Hoy ha comido aquí otra vez don Carlos Romeral. Es el hombre más inteligente que conozco. Como que cuando él habla, todos le escuchan y le encuentran razón. Yo, sobre todo, le encuentro razón siempre. Dice cosas que uno siente. No se habrá fijado uno mucho en esas cosas, pero las ha sentido y son la pura verdad. Esta noche me ha dicho que a la oración, juntocon las golondrinas, pasan volando las campanadas de la iglesia. Y es cierto, pasan volando. Después me ha dicho: «Eso quiere decir que los niños, como las golondrinas, deben prepararse a esa hora para dormir»... lo cual ya no me parece nada. ¡Si él supiese—digo yo—cuánto me cuesta dormir a mí!
Ha venido Angélica esta tarde y he vuelto a perder tontamente más de media hora de estar con ella.¡Que siempre me pase lo mismo!... Tanto como deseo verla, y oírla, y tocarla, y sentirla bien cerquita de mí, y luego pierdo así el tiempo... ¡Me da más rabia!... ¿Por qué seré tan nervioso? Pero en cuanto sé que ha llegado de visita, me confundo todo. ¡Qué voy a hacer! Me lo dicen, y siento como si me dieran un golpazo en el pecho, y se me sube primero toda la sangre a la cara, y después se meaflojan las piernas y me enfrío todo entero, y me pongo a tiritar y, en lugar de correr a verla, me voy al fondo de la casa, corriendo, sin poderme contener. ¿A qué me voy?, eso digo yo. Me voy a esperar... no sé a qué. Y es que me da miedo y no me atrevo a ir. Se me ocurre que, yendo así, de repente, me lo van a conocer... o que me va a dar algo. Y me la paso dando rodeos, hasta que poco a poco mevoy acercando, acercando, y con un miedo... Me cuesta muchísimo llegar al salón, así, como por casualidad. Y es, también, que como ella me quiere tanto, en cuanto me ve me llama y me besa y me abraza. Si sólo me besara, no sería nada, no me haría tanta impresión, pero me ha de abrazar, y eso sí que no lo puedo sufrir
Yo la miraba, la miraba, ese día, y si ella me llegaba a mirar a mí, yotenía que quitarle la vista porque me entraba una cosa muy extraña. Pero entonces sentía yo en la cara su mirada, como una cosa tibia que me dejaba sin fuerzas para moverme, ¡Por Dios, qué terrible! Mi mamá parece que lo notó, porque le dijo: —Este chiquillo se ha enamorado de ti, Angélica. No te despega la vista.— Mi mamá lo dijo riéndose, sin intención, pero yo, desde entonces, ya no pensé sinoen ella, en Angélica digo, y en lo que dijo mi mamá y… hasta hoy.
Ah, y otro día me preguntó ella si la quería y yo le contesté que más que a nadie en el mundo. ¡Qué bárbaro! Pero no me pude contener, se me escapó. Entonces me miró mi mamá y yo me tuve que corregir y decirle que después de mi mamá y de mi abuela y de mis hermanos. Pero no es cierto, ¡la quiero más que a todos! ¡Más que atodos, más que a todos! ¡Ay, qué gusto me da tener este cuaderno para decirlo!
Me llaman para acostarme y no he alcanzado a hacer mis tareas del colegio. Me disculparé con que me dolía la cabeza, y me lo creerán, porque todo el día me ha dolido la cabeza y en el colegio lo han sabido... Y por último, aunque me castiguen. Yo tengo que escribir este diario porque no puedo conversar con nadie estascosas, porque ¿a quién se las voy a decir, si a decírselas a ella no me atrevo y si mis hermanos son todos tan brutos?...
Mis hermanos no me quieren. Nunca me convidan a jugar porque dicen que no sé. Y tienen razón; yo no entiendo bien ningún juego, y es que no me gustan; y además no me divierten los otros chiquillos porque he visto que todos son muy distintos a mí. Ellos se olvidan de sus personasy de todas las cosas y pueden jugar a sus anchas, mientras que yo no me puedo olvidar de mí ni de nada, así es que nunca llego a fijarme bien en los juegos y siempre pierdo y hago perder a los de mi partido. Por eso dice mi abuela que soy una pobre criatura, que estoy flaco y paliducho, que tengo las piernas como palillos y que me tiene lástima. Más le tengo yo a ella, que tiene las manos...
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