Ensayo sobre la quinta disciplina
Por Délany Ramírez
Los seres humanos habitamos en un mundo de percepciones, las cuales llegan a ser tan amplias
como nuestra imaginación y nuestras barreras mentales lo permitan, sin embargo, a través del
tiempo recorrido por este mundo hemos diseñado métodos de aprendizaje, los cuales, nos han
servido para el desarrollo de todo lo que conocemos. Sin embargo, estos mismos métodos de
aprendizaje, o de herencia de la memoria colectiva han amputado una parte muy importante de la
gama de habilidades que poseemos, lo cual se conoce como el pensamiento sistémico.
Cuando se habla de pensamiento sistémico, se trata de que algo por simple que sea de algún
modo se relacione con procesos en los que aparentemente no existe conexión alguna. Una
analogía para este concepto se basa en la conocida frase de cajón “El aleteo de una mariposa en
Japón puede afectar un acontecimiento ocurrido en América del Sur”, la cual es una hipótesis un
poco exagerada, pero bien acentúa el concepto del pensamiento sistémico. Nuestra carencia de habilidad en el uso del pensamiento sistémico provoca que las decisiones que tomemos puedan
ser las equivocadas, ya que, no detectamos ese “algo” que podría ser la causa de un problema o
situación en particular.
El autor expone que nosotros nacemos con la habilidad del pensamiento sistémico, dado que, los
niños en su primera infancia son muy hábiles para entender un sistema como un todo, sin separar
sus partes. Sin embargo, el sistema educativo que usamos enseña cómo entender el mundo a
través de sus partes, fragmentando el mundo, pero olvidamos que esas partes conforma un todo,
eliminando las conexiones entre ellas. Los resultados de este enfoque pueden ser desastrosos si
las decisiones que se deben tomar influyen en variables muy sensibles, por ejemplo, la sociedad. Ya como adultos, llegamos con nuestro mundo fragmentado a las diferentes organizaciones en las
que laboramos, y una organización conformada por personas con pensamiento fragmentando, no
puede ser más que una organización fragmentada. Una sintomatología de este tipo de
organizaciones es aquella en la cual sus dependencias trabajan para sí misma, y en las reuniones
de las jefaturas solo se escucha por poner un ejemplo “es que compras no realizo el pedido a
tiempo, y además con las especificaciones equivocadas”, “tenemos problemas en bodega ya que
el departamento de ventas hizo una mala estimación de la demanda”, entre otros; podemos notar
como una reunión de trabajo se convierte en una exposición de peticiones, quejas y/o reclamos.
El autor introduce entonces un nuevo término o concepto que denota como “La Organización
Inteligente”, lo cual, haciendo una definición resumida no es más que, aquella organización que
aprende, se auto‐regula y se auto‐organiza (valga la redundancia). Sin embargo, por simple que
parezca el concepto, crear una organización inteligente no es algo sencillo, dado que, si bien las
organizaciones pueden perdurar en el tiempo, es bien sabido que ellas están constituidas por
personas, las cuales son tan complejas como la organización, y que realizan actividades también
por fuera de la organización que influyen en su trabajo (es aquí cuando decir “no traiga sus
problemas personales al trabajo” es una total falacia). Pues bien, aun no siendo una tarea sencilla, el autor expone que una organización puede volverse
inteligente a través del desarrollo de cuatro disciplinas, las cuales son:
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El dominio personal.
Los modelos mentales.
La construcción de una visión compartida.
El aprendizaje en equipo.
“El dominio personal es la disciplina que permite aclarar y ahondar continuamente nuestra visión
personal”, lo cual, es un ...
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