Ensayo

Por: Beatriz González A.

ENSAYO

Sin duda, si hablamos de personajes del siglo XX, nos encontramos en cualquier camino del laberinto, con Sigmund Freud. Y no por cualquier razón: despertó en el discurso de la salud la importancia de la sexualidad como formadora del carácter que se desarrolla desde la infancia. Esta afirmación, por muy simple que nos pueda parecer hoy, para aquellaépoca victoriana, era una afirmación irreverente, subversiva, capaz de presagiar un terremoto en las arenas tranquilas de la espada y sobretodo, de la cruz.

Sigmund Freud encabeza los ideales de cualquier psicólogo incipiente por el hecho de hablar y de normalizar dentro del discurso médico, la sexualidad. Quizás una de sus mayores luchas, haya sido ésta: que tanto los psiquiatras, comopsicólogos y profesionales de la salud, trataran los problemas de la sexualidad como se trata un problema cardíaco o un resfrío, es decir, que se hablara con naturalidad y franqueza.

El psicoanálisis, en sus comienzos, parecía una prometedora ciencia que destaparía el horror al cuerpo y al placer impuesto por las religiones monoteístas, tratando de apoderarse de un discurso científico neutralque nos acercara a la razón como herramienta humanizadora. Creo, sin ser una experta en el tema (recordemos nuestra formación de hoy en la Escuela de Psicología) que este es el centro neurálgico por el que cualquier joven se interesa por el psicoanálisis: la posibilidad remota de salir de esta minoría de edad en la cual se nos educa que reproduce la estructura autoritaria que cualquier ser humanosaludable desprecia.

En esta tarea titánica de poner al ser humano como el único Dios posible, quiero destacar al señor Freud como uno de los que hacen dable pensar en un mundo sin fábulas ni hogueras. Y digo esto no porque me suscriba a todo lo que hizo Freud -creo en el progreso y en el deber de superar a nuestros antecesores- sino porque detrás de lo que hoy se nos presenta como underecho, antes hubo alguien que luchó contra su época y en cierta medida estando solo.

Sin embargo, esta tarea humanizadora no podemos atribuírsela a un solo sujeto, ya que ni siquiera él mismo presagiaba las consecuencias sociales y políticas que se derivaban de su proyecto científico. El psicoanálisis como práctica humana, no se escapa de la cosmogonía de la época, que en distintas formas ysobretodo degradaciones, nos llega a nosotros hasta el día de hoy. Es decir, no podemos generar una práctica radicalmente distinta si no nos cuestionamos al interior de nosotros mismos y de nuestra organización, en este caso la Escuela Psicoanalítica, los sólidos pilares que mantienen este orden.

No es dable a pensar que un descubrimiento como la importancia del desarrollo sexual desde lainfancia y su determinante en la construcción de la personalidad, recorriera los pasajes de nuestra tierra sin causar un insoportable escozor en los espíritus viejos y moribundos que pregonan nuestra educación, y que por su propia falta de amor por su trabajo y de su libertad, prefieren a una humanidad neurotizada que les provea de su salario y su pornografía (siendo ésta una consecuencia de laideología conservadora y no de la libertad. Para esto, sólo bastaría imaginarse un mundo en donde hombres y mujeres –pero por sobre todo hombres en el caso de Chile- no tuvieran que mendigar por placer).

También es imposible hablar de la neurosis, como patología que impide a los sujetos sentir placer de forma natural, sin hablar de las causas y de su prevención, teniendo una estrecharelación del mundo afuera del organismo.

Según Freud, existen dos fuerzas contrapuestas que en su conjunto se supone que gobiernan toda sustancia viva: la fuerza de la vida, que se identificaba con el instinto sexual (Eros), y el instinto de muerte (Thanatos). En la neurosis, aquellas fuerzas positivas de la vida o fuerzas sexuales, se ven cooptadas por el instinto de muerte. Esto se...