esperanza
Quería lanzarme contra ti, pero mi madre me tenía firmemente del brazo, como sabiendoque yo podía hacer un tipo de locura, por ejemplo, sacarte de allí, o comenzar a gritar improperios contra la gente, o hasta a ti. Pero tú no me ibas a escuchar, así que daba igual. Y aunque lo pensaracon toda mi alma y razón juntas, no podrías saberlo. Sentía que estaba lejos de ti, aún contigo pasando enfrente de mí.
Lágrimas ya no tenía. Era inútil llorar, ya que todavía no podía creer queasí de fácil te habías ido. Así de fácil te había perdido. En una fracción de segundo. De un momento a otro. En un abrir y cerrar de ojos. Te me habías escurrido como agua entre los dedos.
Y pensar quetodo había partido por una taza de café que tú me ordenaste de manera imponente que te sirviera, y yo, de la misma forma, me negué rotundamente a hacerlo; a pesar de que la noche anterior nos habíamosentregado como dos fieras apasionadas. ¿Estábamos enojados? No. La verdad era que, tú eras un machista, y yo una egoísta. Sin embargo, con todo eso, podía seguir apostando que amor más grande que elnuestro no se va a igualar. O es lo que quería pensar.
Mi madre apretaba cada vez más mi brazo cuando te ibas acercando al carro fúnebre. ¿Pensaba que, apenas partieran, yo me iba lanzaría a lacalle para que me atropellaran, para morir como tú? Mis fuerzas no lo permitían. Mi culpabilidad tampoco. Lo tuyo había sido por ira. No miraste al cruzar. En cambio yo lo haría con intención.
No...
Regístrate para leer el documento completo.