Estudiante

Uno de los grandes tesoros de la cultura criolla está a salvo

Conocido como "el imaginero de la Puna", Cayo murió en 1968 y se volvió leyenda. Desde marzo de 2006, su valiosa obra se podrá ver enuna sala permanente.

Vivió siempre en Miraflores de la Candelaria, una aldea de la Puna jujeña cerca de Abra Pampa —camino a La Quiaca— donde pintaba retratos de Cristo con témperas sobre papel,tejía mantas con lana de oveja y tallaba imágenes religiosas en madera de cardón. Hermógenes Cayo (1901-1968) nunca fue a una escuela de arte, improvisó pinceles con ramitas y trabajó con lo que teníaa mano: latas de nafta y de pintura, almanaques, cajas de zapatillas. Hoy los coleccionistas europeos buscan sus obras y la Escuela de Bellas Artes de Jujuy lleva su nombre. "Mi abuelo ya pintaba y mipadre también, yo salí mejoradito", confesó en 1967 ante las cámaras del cineasta Jorge Prelorán, en el documental Hermógenes Cayo, imaginero de la Puna.

Setenta piezas de este notable santero ytelero jujeño, restauradas con subsidios de la Fundación Antorchas y del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, se vieron en el Museo de Arte Popular José Hernández durante la "Noche de los Museos".La noticia es que fue sólo un anticipo de lo que viene: en marzo de 2006 el Museo Hernández abrirá una sala permanente dedicada a las obras de Hermógenes Cayo. Entre las piezas de esta colección queperteneció al investigador cordobés Sergio Barbieri hay de todo un poco: un Cristo Crucificado tallado en cardón y decorado con esmaltes, una hornacina con la imagen de la Virgen Inmaculada decorada conflores de papel crepé y exvotos —promesas de los creyentes— de plata, además de varias acuarelas y témperas sobre papel con imágenes de la Natividad y el Vía Crucis. No faltan candeleros para velasni farolas de procesión. Asombran las cabezas de un caballo y un toro —usadas en la ceremonia colla del cortejo, el Huachi Toro— hechas con detalles realistas de cuero pintado, crines, ojos de...