Hospital José María Vargas - Caracas (Reportaje)

Inhospitalidad del Vargas
A las diez de la mañana del sábado 24 de marzo, la emergencia del Hospital José María Vargas tenía apenas tres horas funcionando. El acceso no es tan complicado como se ve en primer instante cuando aparece, custodiando las grandes rejas oxidadas de la entrada, el personal del Dibise.
―¿Hacia dónde se dirige usted, señorita?― pregunta el único vigilante vestido decivil.
―Ella va conmigo hacia la emergencia ―responde un muchacho del personal de limpieza―, debe tener uno de esos virus que están dando ahorita. ¡Ese es clima!
El Hospital Vargas es la perfecta escenografía para rodar películas de terror. Sus paredes con huecos y la pintura caída no se parecen en nada a lo que seguramente fue al momento de su inauguración en el año 1891, 121 años atrás, cuando erael Hospital más moderno de su época. Si el Presidente Juan Pablo Rojas Paúl reviviese un instante para rondar por los pasillos del Hospital que fue su gran obra, preferiría volver a morir. Los gatos y perros son las mascotas del Hospital, rondan tranquilamente ante la vista de médicos y enfermeras a quienes ya dejó de importarles su presencia.
En la Emergencia del Hospital solo se encuentrancuatro personas, 3 damas y un caballero. La Doctora de turno no está, salió a comprar un snack. Ya los familiares de los pacientes ven esta situación como normal.
―Siempre es el mismo peo y si les dices algo se arrechan porque uno ni como paciente ni como familiar tiene derecho a reclamarles algo. Claro, los necesitados somos nosotros ― dice la señora Juana, familiar de un paciente.
A las diez ytreinta de la mañana llega la doctora con un té con durazno en la mano y su antibacterial colgando del estetoscopio. Es la cuarta vez que la señora de limpieza pasa por nuestro pasillo coleteando el piso. Al parecer a todos nos causa alergia su desinfectante con olor a canela.
―¡Ya ni los Hospitales huelen a hospital! ―Dice la señora Juana mientras comienza a estornudar repetitivamente.
Son uncuarto para las once de la mañana y el personal del Dibise sigue dando vueltas por el mismo pasillo: unos van escuchando música, otros mirando el suelo o el techo, otros escudriñando en las miradas perdidas de los familiares preocupados. Ya el personal del Dibise no encuentra qué hacer, su trabajo es custodiar un Hospital en ruinas.
―¡Siento un cansancio que no se imagina! Y eso que unosolamente está sentado aquí como un gafo esperando que salga alguien y diga cómo está mamá ―le dice una señora a su hijo.
―Mira mamá, aquí te tienes que quedar porque yo tengo que ir a buscar el medicamento en La Guaira. ¡Coño, La Guaira! ¿Cómo es posible que en Caracas no haya?
Sale la Doctora, todos giran la cabeza y la persiguen con su mirada. Trae noticias:
―¿Familiares de Dayana?
―¡Yo, yo, yo!―Se levanta sin dudarlo una muchacha con medias y sandalias― ella es mi bebé.
―Bueno, señora, su hija tuvo un paro respiratorio y la estamos atendiendo, necesitamos que le compre estos medicamentos y tres tubos de ensayo pero para ayer ―dice la doctora mientras extiende su brazo para entregarle el récipe― Son costosos pero no llegan a ser medicamentos de alto costo.
Como un chorro de agua que hasido aguantado por mucho tiempo, la llamada “mamá de 17”, por sus 17 años de edad, comienza a llorar desconsoladamente. Es su primer bebé, su mamá no la quiere ayudar y ella dice que “No tiene plata para medicamentos caros”:
―Ya he gastado 1500bs en pastillitas y tubos de ensayo, no es posible que pidan más. Ellos mismos rompen los tubos de ensayo y los pendejos tenemos que ir a comprarlos una yotra vez.
Los familiares se quejan porque cuando se acaba el turno de los doctores ellos salen “volados” y no dicen cómo están los pacientes y ellos se enteran cuando la enfermera les dice. Los tildan de desconsiderados e insensibles.
―Cada vez que ustedes salen de adentro uno se pone nerviosa ―dice una señora al ver salir a la Doctora de Emergencias.
Los familiares se intercambian datos...