investigaciones
(Extracto del libro La Dolorosa Libertad de Prensa; en Busca de la Ética
Perdida, por Ricardo Trotti)
Así como hay una ética externa de los medios que busca prever los efectos
perversos que la información puede acarrear a los distintos sectores de la
opinión pública, también existe una ética interna, por medio de la cual los periodistas no sólo tienen deberes para con su grupo de trabajo (lealtad
entre colegas y para con su fuente de trabajo, cláusulas de conciencia,
etc...) sino también la obligación moral del perfeccionamiento profesional
tanto en el campo técnico como en el ético.
El deber moral del perfeccionamiento corresponde a los empresarios periodísticos, a los dirigentes gremiales, pero, sobre todo, a cada periodista
en forma individual. Cada informador, como individuo, tiene la
responsabilidad moral de educarse sobre su propia disciplina.
Así como un médico se diferencia de un curandero porque posee los
conocimientos científicos para poder operar, un periodista se diferencia del
improvisado cuando tiene el conocimiento técnico y moral de su disciplina. Tanto el médico como el periodista tienen la obligación moral de
perfeccionarse, porque le deben respeto al público y a su profesión.
Con el perfeccionamiento profesional, el periodista podrá disponer de
mejores conocimientos para acceder a la verdad y sabrá cuáles son los
límites de la independencia y de la libertad.
En el aspecto técnico deberá esforzarse, en el campo de la investigación periodística, para acceder a la verdad en forma más completa.
Conocer sus características y metodología y planificar el trabajo
investigativo, ayudarán al periodismo para que la investigación haga
emerger a la luz todos aquellos pedazos de verdad que alguien quisiera
mantener ocultos.
Las escuelas de Periodismo, alejadas de la locura acelerada de los medios y la constante competencia en busca del éxito cuantitativo (mayor rating o
tiraje) en detrimento del éxito cualitativo (periodismo de investigación,
ética periodística), las que tienen el deber de capacitar los recursos
humanos, pero no tanto como utilitarios de tecnología, sino especialmente
sobre el campo ético de la profesión.
Hay actualmente una clara brecha entre el campo tecnológico y el humano en el periodismo. Mientras crece el número de periodistas
técnicos, manipuladores de computadoras, decrece la cantidad de los
que ven mal cobrar una información o deshonrar e injuriar a una
persona.
Tal brecha entre el recurso humano y el tecnológico se observa
con nitidez en los miles de nuevos medios que se han abierto últimamente
en el país. Un poco de tecnología permitió abrir radios y canales, pero todavía se nota que el recurso humano no está preparado
profesionalmente ni es el suficiente. La económica y accesible carrera
tecnológica hace que muchos tengan la posibilidad de abrir nuevos
medios, lo que implica un gran avance social, siempre y cuando sus
propietarios también destinen fondos para capacitar al recurso humano. Un claro equilibrio entre la tecnología y el recurso humano se
observó en mayo de 1992, cuando los astronautas Pierre Thuot, Richard
Hieb y Thomas Akers, lograron asir al satélite Intelsat VI (Organización
Internacional de Telecomunicaciones Satelitarias ‐ consorcio
formado por 122 países) en una operación de rescate de la NASA.
Si bien el satélite de comunicaciones demandó una inversión de 150 millones de dólares para ser reencauzado en su órbita para que
pudiera utilizarse en la transmisión de los juegos olímpicos de Barcelona,
la NASA destinó decenas de millones para la preparación de los
astronautas, tanto en la fase utilitaria como en la capacidad para convivir
humanamente con esa experiencia.
Es entonces un deber ético buscar en el periodismo un equilibrio ...
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