juicio oral

Las muertas de Juárez
Transcurría el año de 1985, en el que tendría verificativo el Primer Congreso Nacional de
Victimología en Ciudad Juárez, Chihuahua. En ese entonces tuve el honor de ser invitado por
la Dra. María de la Luz Lima Malvido, así que cargue con mis mejores ropas y después de
atravesar un sinfín de desiertos llegué a Cd. Juárez, donde encontré un panorama devastador:
Decenasde mujeres habían desaparecido de las calles de Juárez, algunas se habían encontrado
muertas entre sus desiertos y reinaba un aire extraño en la ciudad, enrarecido por los gritos de
búsqueda de las madres que clamaban por sus hijas.
Entre ellas conocí a personas que conformaban la asociación denominada “Voces sin eco”,
ésta asociación de mujeres valientes, con el corazón desquebrajado por lafalta de apoyo,
habían determinado que su asociación se llamara así, después de darse cuenta que sus
peticiones y clamores para pedir ayuda reiterada a las instituciones se estrellaban ante una
pared impenetrable que ponían los servidores públicos, especialmente los encargados de
ayudar a las víctimas del delito.
La Dra. Lima presidia diversos comités de participación ciudadana, por lo que enaquella
ocasión, una importante cantidad de víctimas se enfocaron a exponerle sus dolores y dudas, la
Dra. Lima tenía una gran capacidad para escucharles y encontrar opciones de solución o
salidas a su dolor. A veces llevaba a los albergues a las sobrevivientes y por otras exigía
justicia ante los ministerios públicos.
Yo como aprendiz en Victimología, aun inconsciente del sufrimiento de lasvíctimas, cumplía
mecánicamente mis labores, hasta que en un momento la Dra. Lima me llamó y al acercarme
en voz baja me trató de sensibilizar ante ese escenario de desdén, pues me dijo: ¿Has visto
con qué desgano ven los servidores públicos a las víctimas?
“Son indiferentes a su pena –decía la Dra. Lima- Debo decirte que un servidor público que no
comprende el dolor de las víctimas, puessimplemente no puede ayudar a resolver los
problemas de éstas”. Ella consideraba que generalmente eso les ocurre a los funcionarios
cuando las desgracias de la vida que tienen que investigar son tan cruentas que, por temor a
que estas desgracia los alcance, al final deciden mejor poner una muralla de indiferencia,
pues pensaba que quizá así se alejaban del problema de su vida personal, creyendo queellos
o sus hijas nunca serían lastimadas.
Fue entonces que me dio la más grande encomienda: “Pablo tu no seas así. No dejes que el
dolor te asuste y pongas esa pared de lejanía e indiferencia. Es necesario que el victimologo
se maneje en un justo medio comprendiendo a quién sufre, pero sin perder sus capacidades
analíticas para ser efectivo en la ayuda que tiene que dar, recuerda hay quejuzgar menos y
comprender más”.
Así que con estas nuevas directrices, intente comprender más a las víctimas y me acerqué a
sus realidades. Mirando sus ojos, adentrándome en sus pupilas, poco a poco empecé a ver un
pozo infinito de dolor, el inenarrable sufrimiento de las madres, su desconcierto al ver
desaparecer lo que más amaban dejando una sensación indescriptible como un espacioinllenable, una voz que va perdiendo fuerza pero que grita en tu mente ayuda.

Salían a las calles, preguntando a todo aquel que pasara si habían visto a su hija, con voz
entrecortada, le decían a la gente, no ha visto mi niña? En tanto que la gente recelosa se
alejaba al pensar que quizá les iban a pedir dinero o catalogándolas de “locas”. Así
deambulaban hasta que alguien las quisiera escuchar yentonces sacaban de su bolsa un papel
amarillento, casi roto por tantos dobleces, para mostrar la copia del papel que les daba el
Ministerio Publico con la imagen de la cara de la mujer desaparecida, como si fuera un rostro
que emerge de la obscuridad, tan borroso el papel por tantas copias sobre la copia, que daba
la impresión de ser una mala pintura, como si la persona nunca hubiera...