Justicia

Prólogo

¡Del odio al amor, solo puede existir un paso ¡


Martín y Emma llegaron al lugar previsto, apresurados para tomar el ascensor, y ninguno de los dos se lo había estado esperando en lo absoluto, porque en realidad, ni siquiera se habían estado buscando, como para tener que encontrarse de una manera tan desgarradora como esa.Capitulo 1
Primer encuentro

Martín Hanks y Emma Wesley abordaron el mismo ascensor.
Solos.
No sabían quiénes eran, ni siquiera podían imaginarse que estaban hiendo al mismo camino, a la misma dirección, y al mismo destino…
Solo eran dos pasajeros en un ascensor.
Nada más… hasta qué, inesperadamentealgo pasó.
El ascensor se detuvo y ambos quedaron atrapados ahí dentro.
--- ¿Qué ocurrió?—atinó Emma, asustada.
Martín inspeccionó con nihilismo cada perímetro, hiéndose la luz, y quedándose a oscuras en el mismo.
--- Nos quedamos atrapados—contestó él, severamente preocupado.
Emma empezó a llorar, sintiendo sequedad y nudos en la garganta.
Martín preocupado, y Emma asustada,empezaron a pedir auxilio lo más alto posible, pero nadie parecía estarlos escuchando.
--- ¡Ayuda!—aclamaron.
--- ¡Auxilio!—vocearon, pero nadie escuchaba.
--- ¡Alguien ayúdenos, por favor!
Al lugar estar paralizado y con poca ventilación, la respiración de Emma se fue entrecortado, presentando agitación y falta de oxigeno al respirar.
Martín le miró incomprendido.
--- ¿Qué te pasa?—lepreguntó él, inquieto.
Emma no podía hablar, entonces tocó a su pecho.
Martín no necesitaba que le dijera para él entenderlo, lo notaba perfectamente en su ruborizada piel y su alarmante cara.
Ella sufría de asma.
--- Eres asmática—dijo, preocupándose aún más.
Martín era médico. No tenía los equipos a manos, pero podía intentar nebulizarla lo más que pudiera.
La atetó contra la pared yla sentó, colocando su mano en su pecho, neutralizando su corazón.
--- Respira profundo—le dijo, pero aún sentía que le faltaba el aire.
--- Despacio—volvió a decirle, y Emma lo intentó, pero la falta de oxigeno le estaba desesperando, y la desesperación más el asma, conllevaban a perder el control.
--- ¡No puedo!—gritó ella, desesperada. -- ¡No puedo!
Martín tomó su rostro entre susmanos.
--- ¡Vamos, sé que puedes!—le dijo. – Yo soy médico, y sé lo que te digo—le comunicó, intentando relajarla.
Emma pataleó, sintiendo que la garganta se le secaba.
--- ¡No puedo!—pareció muy poco convencida de ella misma. -- ¡No puedo! ¡Sácame de aquí! ¡Sácame de aquí, por favor!
La situación se le iba de las manos a Martín.
Estaba atrapado en un ascensor, con una joven que no conocíay que se asfixiaba, mientras que tenía un testamento que escuchar, que a juzgar por el tiempo, hace mucho que había comenzado.
Martín volvió a gritar.
--- ¡Auxilio!
Nadie parecía oír nada.
--- ¿Es qué acaso no hay nadie en este maldito edificio?—masculló, irritado y molesto, recorriendo por su cuerpo un incomodo y caluroso sudor.
Se quitó la camisa, mostrando un perfecto y musculosocuerpo.
Emma aún se encontraba llorando, pero esta vez más ahogada que antes.
Martín no sabía qué hacer con ella, y por más que lo intentaba, la pobre muchacha no podía neutralizarse tranquilamente.
Pero, forzoso, decidió intentarlo una vez más.
Le quitó la blusa, y Emma ni siquiera se atrevió a reclamar. Quizás estaba tan asmática, que ni siquiera se daba cuenta de lo que pasaba a sualrededor.
Martín la obligó a mirarlo a los ojos, y Emma, sin intención alguna, se perdió en ellos.
--- Escúchame—le pidió Martín. – Haz lo que yo haga después de mí. ¿De acuerdo?—le dio instrucciones.
Emma, asintió atolondradamente.
--- Respira—le ordenó él, poniendo una mano en su pecho, escuchando el latido desbocado de su corazón.
--- Respira—volvió a insistirle.
Emma respiró...