la historia

Páginas: 7 (1735 palabras) Publicado: 28 de mayo de 2013
Rima VII de Gustavo Adolfo Bécquer.

Del salón en un ángulo oscuro,
de su dueño tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarla!

¡Ay!, pensé;¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro espera
que lediga:¡Levántate y anda!













A un ruiseñor. De José de Espronceda.

Canta en la noche, canta en la mañana,
ruiseñor, en el bosque tus amores
canta, que llorará cuando tú llores
el alba perlas en la flor temprana.

Teñido el cielo de amaranto y grana,
la brisa de la tarde entre las flores
suspirará también a los rigores
de tu amor triste y tu esperanza vana.

Y en lanoche serena, al puro rayo
dela callada luna, tus cantares
los ecos sonarán del bosque umbrío

y vertiendo dulcísimo desmayo
cual bálsamo suave en mis pesares
endulzará tu acento el llanto mío.








El águila y el caracol, de Juan E. Hartzenbusch

Vio, en eminente roca donde anida,
el águila real, que le llega
un torpe caracol dela honda vega,
y exclama sorprendida:¿Cómo, con ese andar tan perezoso,
tan arriba subiste a visitarme?
Subí, señora-contestó el ******-
a fuerza de arrastrarme.











¿De qué modo Te Amo?
Elizabeth Barret Browning.

¿De qué modo te amo? Deja que cante las formas:
Te amo desde el hondo abismo hasta la región más alta
que mi alma pueda alcanzar, cuando persigo en vano
las fronteras del Ser y la Gracia.

Te amoen el calmo instante de cada día,
con el sol y la tenue luz de la lámpara.
Te amo en libertad, como se aspira al Bien;
Te amo con pureza, como se alcanza la Gloria.

Te amo con la pasión que antes puse
en mis viejos lamentos, con mi fe de niña.
Te amo con la ternura que creí perder
cuando mis santos se desvanecieron.

Te amo con cada frágil aliento,
con cada sonrisa y con cada lágrima demí ser;
y si Dios así lo desea,
tras la muerte te amaré aun más.




Al final.
Elizabeth Siddal

Oh, Madre, abre la amplia ventana
Y deja que entre el día;
Oscuras se tornan las colinas
Y los pensamientos comienzan a nadar.

Madre querida, toma mi joven hijo,
(Ya que de tí he nacido)
Y cuida todos sus pequeños caminos
Hazlo sabio sobre tu falda.

Toma el brote de un árboljoven
Y verde hierba recién segada,
Déjalos sobre ésta lóbrega cama
Para que mi dolor no se sepa.

Encuentra tres bayas rojas
Y arráncalas del tallo,
Quémalos al canto del gallo
Para que mi alma no regrese.

Cuando el sol se haya puesto
Y la hierba ondule en tu regazo,
Arrástrame en el frágil ocaso
Y ocúltame entre las tumbas.

La flor nocturna.
Die Nachtblume, Joseph vonEichendorff (1788-1857)

La noche es un océano en calma,
Goce y pena y lamentos de amor
Se acercan de manera confusa
En la suave marejada.

Los deseos son como las nubes,
Navegan por los espacios aéreos,
¿Quién reconoce en el viento ligero
Si son sueños o pensamientos?

Aunque cierre la boca y el corazón,
Que alegres lloran a las estrellas:
En el abismo mudo del alma
Permanece la suavemarejada.








La hija del molinero.
The miller's daughter, Lord Alfred Tennyson (1809-1892)

Son tan grandes sus hechizos,
Es un prodigio tan bello,
Que envidio las arracadas
Que tiemblan ruborizadas,
Y se esconden en sus rizos,
Porque han besado su cuello.

De su talle primoroso
Quisiera ser cinturón,
Y sentir contra mi pecho,
Bien estrecho, bien estrecho,
Ya agitado, ya enreposo
Su adorable corazón.

Y de su seno hechicero
Ser el collar deseara,
Y por suspiros mecido,
Reposar adormecido,
Tan en calma, tan ligero,
Que al dormir... me conservara.




Perdido.
Gone; Elizabeth Eleanor Siddal (1829-1862)

Tocar el guante sobre su mano suave,
Mirar la joya brillando en su anillo,
Elevó mi corazón hacia un castillo
Como la súbita canción de las...
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