la salud

“Que canten los niños que viven en paz,
y aquellos que sufren dolor,
Que canten por esos que no cantaran porque han apagado su voz.
Yo canto para que me dejen vivir,
yo canto para que sonría mamá,
yo canto porque sea el cielo azul,
y yo para que no me ensucien el mar”. José Luis Perales
“PULSACIONES DEL CORAZÓN”

Eran las 6 de la tarde de un sábado como cualquier otro que puedanimaginar, me encontraba en mi habitación, cuando repentinamente escuché la voz de mi padre exaltado y el llanto de mi hijo, sin siquiera imaginar qué pasaba, di un salto de la cama y en cuestión de segundos estaba de pie, corrí hacia donde escuchaba a mi hijo llorar, dándome cuenta al momento de verlo, del porqué de su llanto y los gritos de mi padre. Sólo pude notar que mi hijo intentaba quitarsela camisa, inmediatamente seguí mi instinto de padre y lo ayude en su necesidad, quitándole la camisa, logrando ver una zona enrojecida desde su cuello, por sectores, hasta su parte alta de la espalda, era el omoplato derecho, así entendí por completo lo sucedido, noté un plato roto y restos de sopa en el piso, inmediatamente tomé a mi hijo llevándolo a la cocina para echarle agua, siendo ésta miprimera reacción por lo sucedido para calmar su dolor, cuando me encuentro con un obstáculo, mi esposa dando gritos sin saber qué hacer lo cual generó en el niño un estado bastante alto de irritación, causado por el tormento de su madre y el suyo propio. En cuestión de poco tiempo llamamos un taxi pero éste tardaba demasiado, así que para intentar calmar su dolor le apliqué una crema y a los 15minutos llegó el taxi, posteriormente nos dirigimos a la clínica más cercana, y al llegar, el primer rostro que encontramos fue el del vigilante quién hizo una apreciación evaluativa de mi hijo con el propósito de catalogar la urgencia del caso, naturalmente yo me molesté e ingresé rápidamente sin importarme su apreciación sobre lo que para él era una urgencia.
Según la experiencia, y en lamayoría de los casos, cuando se es padre no importa qué tan grave o qué tan leve sea lo que le sucede a nuestros hijos porque simplemente su dolor es nuestro dolor, sus lágrimas son nuestras lágrimas y su miedo y agonía es nuestra desesperación y apaciguarla para que nuestros pequeños no vean en nuestros ojos ese mismo miedo que ellos sienten es nuestra respuesta a esas adversidades pues como padrestenemos la obligación de darles valor, apoyo y ante todo protegerlos.



Fue entonces cuando me pregunté a mí mismo -¿El vigilante tendrá hijos?- Porque el sólo hecho de que viera mi emergencia de forma poco importante hizo que mi corazón saltará de rabia y furor. Yo, un hombre normal con un saldo mínimo hago lo posible y hasta lo imposible para cuidar y proteger a mi hijo pero me encuentro conla sorpresa de que estoy sujeto a esperar que el vigilante juzgue qué tan grave es la situación de mi hijo. ¿Es que acaso la profesión nos indica de qué tamaño es nuestro corazón? ¿Está bien que se vuelva normal para alguien el ver niños quemados todos los días, pues hace parte de su trabajo, y haga caso omiso al sufrimiento y los sentimientos de otros? Por lo menos según lo que a mi personarespecta lo encuentro incorrecto e innecesario desde un punto de vista ético y moral.
Ya dentro del hospital, en la sala de emergencias con un turno de espera de hasta 30 personas, se acercó a mí una enfermera determinando el grado de nuestra urgencia y nos guió al pabellón de quemados donde el médico hizo una apreciación real del grado de la quemadura del niño, dejándolo en observación con unfamiliar para el debido tratamiento y limpieza de su herida. De repente, el único médico que se encontraba disponible en ese instante, quién fue el responsable de atender al niño, tenía plasmado en su rostro una verdadera preocupación, la pasión y el deseo de poder atender a todos enseguida, pero desgraciadamente no era así de sencillo, puesto que habían muchas personas, poco personal y falta de...