La suerte del otro

Páginas: 257 (64018 palabras) Publicado: 18 de noviembre de 2011
LA SUERTE DEL OTRO

“No andes errante y busca tu camino.
Dejadme, ya vendrá un viento fuerte
que me lleve a mi sitio…"León Felipe.

La luz acaricia las piedras envolviéndolas en el halo misterioso del tiempo. Y el tiempo y sus hilos hacían que volviera a encontrarme de nuevo en Africa.
No es simple expresar las motivaciones que te llevan a una Organización Humanitaria, apareciendo en el meollo de un conflicto: laguerra de Angola.
Digamos, en plan grandilocuente que necesitaba imbuirme de una atmósfera ético-estética.
Digamos, en tono peatonal, que estaba hasta el moño de atascos, de programas de TV que propiciaban el síndrome de Down en quien los viera. De impotencias...afectivas...propósitos de enmienda.
En fin, de paranoia, versión años 90, recalentada de información sin sastre parasu digestión.
Belleza entre miseria, vino en odres de trópico, pandemónium y soledades de baobab; confusao fenomenal aderezada con buenas intenciones para compensar individualismos y otros derroteros.
Rumiaba este cocktail de retorno a Angola. Había estado allí en el año 1991, y el reloj exterior marcaba finales de mayo de 1994.

Debió ser ese pertinaz malabarismo -devaneossecretos del Guadiana-, terco minero de pasado en futuros, el que me hizo pedirle a la abuela Elvira, antes de partir, las cartas, escritos, de Guillermo, su marido, cuando estuvo en Rusia con la División Azul. Y también los escritos de su hermano José María, exiliado en Francia después de la guerra, la "nuestra".
Recuerdo el pasmo, el gesto incrédulo ante lo escuchado por sus bienconservados oídos:
- Muchacho, ¿de qué hablas? Tu abuelo era un militar, no tenía tiempo ni ganas de hacer esos ejercicios literarios, ya le valía con los otros...no virtuales precisamente.
- Tenía entendido, que al acabar la Guerra Mundial se escribieron, (eran amigos, amen de cuñados) relatando sus peripecias en unas cartas y escritos, quizá necesitados de saber uno del otro, quizá másimpaciente por contar uno que el otro.
- Parece que has oído campanas, supongo que de pequeño, y ahora las vuelves a escuchar, tergiversadas. Además, qué te importa, lo que dijeran o dejaran de decir dos personas, en esas circunstancias especiales; y a las que para más Inri no conociste.
- ¡Esa memoria! A José María lo conocí, ya mayor. Sería mediados de los sesenta, se me debióquedar grabado algo:cierto aire machadiano, y aún avezado soñador .Te cuento que más de diez años después haciendo un poema, me percaté de que lo estaba rememorando, sí, a tu "curioso" hermano, y como un extraño eco, a tu marido artillero.
- Trae para acá ese poemilla, seguiremos hablando de los escritos...y de lo que no está en los escritos, en función del talento. Alea jacta est.
-Espera, espera…ya te lo buscaré…

En cuanto al interés por la historia, debe ser la afición a las paradojas. Vivieron con distinta suerte acontecimientos capitales, no sólo para España. Pero tengo más preguntas que respuestas, espero que me ayuden sus escritos en esta labor, aún siendo consciente que algunas cuestiones no se resuelven como si fueran ecuaciones o crucigramas.
- Bien,quiero decirte, que siendo épocas tan distintas, incomparables, no sé para qué los quieres. No te van a valer los ejemplos, pues hoy son otras las circunstancias, los desafíos.
- Y los hombres y mujeres. A lo mejor, ignoro por qué, necesito entenderos.
- Está bien. Existen unos cuadernos (no propiamente diarios). Son anotaciones, impresiones sin ánimo de agotar la reflexión, las...
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