Linguista

Fernando Reati. Nombrar lo innombrable: Violencia política y novela argentina, 1975 -1985. Buenos Aires: Legasa, 1992. 270 págs.

Hacia el siglo IV antes de nuestra era, Aristóteles de Estagira dictaminó que "[en] orden a la poesía es preferible lo imposible convincente a lo posible increíble1. Los horrores del siglo XX han cuestionado ese dictamen eterno. Tanto en la literatura de la PrimeraGuerra Mundial como en la del Holocausto, en la novela de la Revolución Mexicana como en la de la Violencia en Colombia o en la de la Guerra Sucia en la Argentina, los escritores han padecido la necesidad de referir lo atroz, lo increíble. A propósito de las novelas de la Primera Guerra, Reati cita a Paul Fussel (34); a propósito de la novela del Holocausto, a DeKoven Ezrahi (163). La pregunta quemueve a estos críticos a dibujar un espacio literario donde conviven lo real y lo increíble, es la misma que Reati se hace con relación a la novela de la Guerra Sucia: "¿Cómo escribir [un texto] ficticio, cuando la historia misma parece una novela?" (173) En esa extensa biblioteca de un siglo antiutópico y desdichado, Reati examina los rasgos particulares de la novela argentina. Así por ejemplo,al compararla con la novela colombiana de la Violencia, advierte que su estética no es realista ni mimética, que sus páginas sostienen siempre esa condición irrepresentable de lo atroz que la ingenuidad del realismo suele pasar por alto y que, en consecuencia, impugna la fácil autoridad del narrador realista que se propone contar la única (la imposible) verdad verdadera de los hechos. En estesentido, la novela argentina se diferencia también de la novela de la Guerra Civil Española y aun de la novela comprometida con la Revolución Cubana cuya fe en la eficacia política de la literatura la llevó a defender "certezas ideológicas" con las cuales daba respuestas totalizadoras a su situación particular (120). Al escepticismo del escritor argentino con respecto a la estética realista, se sumatambién su recelo con respecto a la parnafernalia vanguardista y a esa inclinación del vanguardismo por "violentar" al lector (60). Desdeñoso de todo recurso formal que parezca "impactante", así como del autoritarismo y el maniqueísmo propios de la estética realista, la confianza de este escritor en las páginas que escribe radica en la capacidad que tienen para ilustrar y enriquecer la discusiónsobre una tragedia histórica que involucró a todos los sectores sociales (241). De aquí, pues, su fascinación por "la apertura de sentidos, la

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ambigüedad interpretativa, las señales polivalentes, la postulación de lo relativo, la diversificación de la norma" (61). De aquí, también, las tres "constantes con variaciones" que definen su estética (20). La primera constante esla consideración de un yo y de un otro que no se definen como opuestos entre sí, como claros arquetipos de la víctima y del victimario. Novelas como La larga noche de Francisco Sanctis (Humberto Constantini, 1984), Luna caliente (Mempo Giardinelli, 1984) o Cuarteles en invierno (Osvaldo Soriano, 1982), describen en términos ambiguos la relación del captor y el capturado, del verdugo y el reo. Elautor observa entonces que,
La novela argentina no aparta la vista de los detalles exteriores de la crueldad, no deja de condenar la violación de los cuerpos y las conciencias, pero su principal objetivo es comprender la alteridad para controlarla y contrarrestarla. N o se trata de justificar lo condenable, pero sí de entenderlo para entenderse, porque del conocimiento del Otro nace elautoconocimiento. (122)

La segunda constante consiste en ofrecer un sentido posible al caos de la experiencia violenta y entender, como lo hace un personaje de El mejor enemigo (Fernando López, 1984), que sobre el pasado sólo se pueden ofrecer a fin de cuentas "versiones, versiones, versiones" (143). Se trata de socavar la univocidad de la historia y de establecer que "toda construcción verbal es en...