LOGICA

LECTURA 5

LISA
Matthew Lipman
CAPÍTULO 4

Episodio 8: El funeral de Pablo
Emilia Calderón no se caracterizaba por ser la niñera favorita en su vecindario. “Si algo pasara, yo esperaría que el bebé cuidara a Emilia, antes que ella a él”, comentó en alguna ocasión el Sr. Suárez, papá de Diego, y bien podría ser la opinión de todos los papás del vecindario. Sin embargo, había ocasiones enque no se podía conseguir otra niñera.
Todo lo que Emilia ganaba de estos trabajos, lo ponía en una alcancía de juguete que guardaba bajo su cama. Pronto ahorró lo suficiente para comprarse un conejillo de indias. No era un conejillo ordinario. En parte era color canela, parte era muy blanco y parte era de un café brillante, como el color del café. Lo más raro era su pelo suave y delicado quecolgaba lacio, hasta sus patas, así que parecía un yac en miniatura. Emilia lo llamó Pablo y lo quería con una pasión única. A Pablo le confiaba todos los secretos, murmurándoselos mientras lo cepillaba y deteniéndose sólo ocasionalmente para poder mirar inquisitivamente sus pequeños ojos redondos, los cuales brillaban hacia ella como pedazos de porcelana negra. Entonces ella ponía su cara contra sucachete y susurraba: “Si algo te sucediera, Pablo, yo creo que me moriría”.
Pero Emilia no esperaba en realidad que le sucediera algo, y mucho menos que en ese día en especial, al llegar de la escuela, se encontraría a Pablo, con sus brillantes ojos bien abiertos, totalmente tieso, frío y muerto. Luisa y Mónica habían venido sólo para conocer a Pablo. Esperaban pasar una tarde agradablecompartiendo el deleite de Emilia; en cambio, trataron de consolarla, acariciando sus delgados hombros y abrazándola mientras ella sollozaba.
“Era tan precioso, Emilia pudo decir al fin, aunque todavía muy sofocada. Nunca voy a encontrar algo tan precioso otra vez en mi vida entera”.
“Claro que sí, dijo Mónica, los conejillos de Indias no son irremplazables”.
“Pablo no era sólo un conejillo más.Era como ninguna otra cosa en el mundo”.
“Bueno, entonces, dijo Luisa, cuando menos sabes que por un tiempo tuviste algo realmente maravilloso. No hay muchos de nosotros que podamos decir eso”.
“Lo sé, dijo Emilia. Entonces se paró y cepilló su cabello quitándoselo de la cara. Tenemos que enterrarlo”.
Luisa sólo pudo asentir, pero Mónica pensó que sí: “sí, porque si tu papá entra y teencuentra con ese animal muerto, va a querer sacarlo y tirarlo al bote de la basura”. Pero en voz alta sólo dijo: “sí, vamos”.
Emilia encontró una caja de cartón del tamaño preciso, pero sintió que no podía poner a Pablo dentro nada más así, sin algo suave sobre lo que se recostara. Luisa sugirió que le pusieran algo de paja en la caja, pero Emilia movió su cabeza. Mónica dijo que ella pensaba que unpoco de papel de baño estaría bien. Pero Emilia de nuevo dijo que no. Entonces fue a su cómoda y revolvió hasta que encontró su bufanda favorita. Dobló cuidadosamente la bufanda y puso a Pablo suavemente encima de ella y colocó ambos dentro de la caja.
Las niñas salieron al jardín, y Emilia encontró un lugar sombreado debajo de un árbol, donde ella y Pablo a menudo habían jugado juntos. Luego,trajo una pala del sótano y cavó un hoyo como de un metro de profundidad. Las otras niñas querían ayudarla, pero no las dejó. Puso a Pablo sobre la tierra fría en el fondo del hoyo y le susurró: “fuiste un buen conejillo”. Al fin, puso la tapa sobre la caja y tomó la pala para empezar a tapar el hoyo. Pero Luisa dijo: “¡Espera!”, y empezó a arrancar manojos de pasto y a esparcirlo sobre la caja.Mónica encontró unas flores que también tiró dentro. Finalmente Emilia dijo: “Es suficiente”, y cubrió el hoyo. Las niñas aplanaron con sus manos el montón de tierra y colocaron una piedra en uno de los extremos para que sirviera como lápida.
Poco después, Luisa y Mónica se fueron. Cuando llegaron a la banqueta de enfrente de la casa de Emilia, Emilia corrió tras ellas, aún sin sonreír, y...