Muertos Incomodos Vi

Páginas: 18 (4350 palabras) Publicado: 16 de febrero de 2013
MUERTOS INCOMODOS
(falta lo que falta)
NOVELA A CUATRO MANOS por SUBCOMANDANTE MARCOS Y PACO IGNACIO TAIBO II

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CAPÍTULO VI “UNA
VEZ QUE HAS ENTREGADO EL ALMA...”

éctor Belascoarán Shayne estaba enamorado de una mujer fantasma. Una mujer que había desaparecido. Eso era habitual en su historia pasada. No el que se enamorara de mujeres fantasmas, el que lamujer de la que estaba enamorado, y lo había estado por largos periodos de amor y desamor durante los últimos años, desapareciera. Según los misteriosos calendarios de la muchacha de la cola de caballo, que ya no era una muchacha y que hacía mucho tiempo que no se peinaba de cola de caballo, sino de fleco tapando el ojo, a lo Verónica Lake, tenía algunas maravillosas y elegantes canas, era doctoraen Filosofía y bebía caballitos de tequila; según pues esos azares que ella programaba, estaba en ninguna parte. Y ni siquiera se había tomado la molestia, como era su costumbre, de despedirse. Simplemente se había esfumado. No aparecía en su trabajo, en la Universidad estaban de vacaciones, su teléfono no sólo no contestaba sino que se había tornado mudo y en la puerta de su departamento seamontonaban los sobres de publicidad, recibos de luz, saldos bancarios y ejemplares de La Jornada y Proceso.

A veces, Héctor asumía estas desapariciones como descansos obligatorios de una relación que no podían definir claramente: ¿Enamorados ocasionales pero regulares? ¿Pareja inestable con fugas siderales? ¿Matrimonio a la maorí? ¿Amantes de “Un hombre y una mujer” pero 25 años después? ¿Pareja dehecho con derecho a deshecho? Pero esta vez no debería haberse desaparecido así, porque sin quererlo había logrado que Héctor se quedara triste, desvaído, como desvalijado por un pesero pirata, y probablemente un poco más viejo que de costumbre. ¿A qué horas se había enamorado perdidamente de esta mujer al grado de estar voluntariamente dispuesto a cortarse las venas por ella? Ella era esasinquietudes repentinas, esos dolores de ausencia absolutamente adolescente que lo perseguían, esas cadencias cinematográficas de su rostro que se le aparecían cuando se estaba lavando la cara, comiendo tacos de carnitas o escuchando a Mahler. Mahler. ¿Qué tenía que ver la ex muchacha de la cola de caballo con ese maravilloso judío azotado del inicio del siglo XX? Había conocido

a Gustav Mahlermuchos años después que a la muchacha de la cola de caballo. Ella había llegado antes. Y lo que unía al músico y a la muchacha no era el adagietto de la Quinta sinfonía (pasó meses antes de que descubriera que un adagietto es un adagio pinchón, un adagio que no acaba de animarse, y adagio una composición que se interpreta lentamente), aquel que mucha gente recuerda asociándolo a la película “Muerte enVenecia” de Thomas Mann pasado a mejorar por Visconti. Ese incremento de pasiones que se pierden y se van, ondas en el agua, y no hay chingada madre nadie que pueda recuperarlas. No, no era ese Mahler el que asociaba a la muchacha de la cola de caballo y sus gloriosas apariciones y desapariciones. Curiosamente era una música tremenda, grande, enorme, que había descubierto cuando los de laSinfónica del DF le pidieron que interviniera para recuperar un camión cargado de instrumentos. Una tarde, a mitad de un ensayo, Héctor se descubrió, en un teatro vacío, habitado tan sólo por los músicos y sus sonidos, a sí mismo llorando con una música que lo sacudía y agitaba. Y por eso se había pasado más tiempo en los ensayos que en la investiga-

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9 de enero de 2005

ción. Era la Octava deMahler. Era ese canto a la grandeza de los seres humanos, que Belascoarán intuía como algo personal, en medio de las miserias del DF. Y ella, estaba asociada a eso. Y no te pregunten Héctor Belascoarán Shayne, solitario detective de la ciudad más trastornada, extraviada del planeta, por qué. No te lo pregunten, porque no sabrías decirlo. O sea, que, con querencia femenina y mahleriana, se sentó...
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