PINA B



"Pina era capaz de que todo cobrase vida, le bastaba con interrogar a sus bailarines y esperar a sus respuestas…”
W. Wenders

Cuando Pina Bausch entra en una vida, como puede ser la de cualquiera, es inevitable que se quede para siempre. Habita…cada espectáculo suyo ha sido un estremecimiento, un revulsivo y también un festín para la inteligencia y los sentidos del que rara vez se saleindemne. Cualquiera como nadie…
Desde la alegría desbordada a la tristeza más insondable, el territorio de la genial creadora alemana fueron las zonas más intranquilas y escarpadas del alma humana, un continuo trajinar por los sentimientos astillosos, que a la vuelta de cada viaje nos devolvía transformadas en imágenes de una belleza tan pura que conmueve y reconforta, incluso hoy. El deseo y laalegría, la esperanza y la melancolía, la agresión y la seducción, la histeria y la ternura, la euforia y la desconfianza, el pánico y la risa, la nostalgia y el agua, la angustia y el dolor por el amor insatisfecho, la soledad, la incomunicación entre hombres y mujeres…hecha comunicación, como es, por sistema y definición, cualquier arte escénica.
De todo ello estaba y está hecho ese materialexplosivo que, hace  ya más treinta y cinco años, convirtió el Tanztheater Wuppertal  en un centro de deflagración, explosión y gozoso llanto artístico permanente.


Hoy Pina, la bella Pina de mirada azul e imperturbable cigarrillo, es ya un mito, una leyenda de culto que continúa encandilando a los públicos más diversos y provoca escenas de histeria ante las puertas de los principales teatrosdel mundo que invariablemente cuelgan el cartel de «agotadas las localidades».
“Soy hija de taberneros, y como tal no tuve nunca vida de familia; mis padres no tenían tiempo libre para ocuparse de mí. Al caer la tarde me refugiaba bajo las mesas del café y me quedaba allí, observando”
Café Müller, la pequeña gran obra maestra de Pina Bausch, fue creada en 1978, con base musical en Purcell.Formaba parte de una velada compartida con otros tres coreógrafos: Gerhard Bohner, Gigi-Georghe Caciuleanu y Hans Pop, cada uno de los cuales debía imaginar su propia manera de habitar un decorado de café abandonado realizado por Rolf Borzik. Pina evocó el que su padre tenía en la región renana de Solingen, donde creció la pequeña Filipina (y de ahí Pina), refugiando su infancia entre las patas de lasmesas, viendo el mundo desde abajo y sin ser vista.
“No tenía conciencia de todo lo que estaba pasando a mi alrededor. En todo caso no recuerdo oír hablar de la guerra. Era una niña muy tímida. Yo vivía en aquel restaurante. Y para un niño, un restaurante puede ser un lugar maravilloso: había tanta gente y pasaban tantas cosas extrañas”


Pero el paisaje que conformaban las indomables sillas ymesas de aquel pequeño café alemán de posguerra nada hace pensar en un juego de niños. Pina levantó con ellas un paisaje umbroso, desolado e inquietante, que habla de la incomunicabilidad y la imposibilidad de amar en un mundo sin esperanza, con la muerte como único horizonte posible. La pesadilla del abandono, el fracaso, el dolor de no ser amado. Aunque nada más doloroso que la imagen de esafigura frágil, esquelética, la propia Pina, enmudecida y ciega, vestida con un camisón blanco que le llega a los pies, los brazos implorantes, el paso quebrado, de una indecisión angustiosa, como sobre cristales rotos, cuando no presa, dando vueltas y vueltas, en una endemoniada puerta giratoria.
Casi veinte años después, en 1995, Dominique Fretard publica en «Le Monde», un apasionante artículo,Pina Bausch, l'exorciste, en el que analiza la creación de la coreógrafa desde el punto de vista de «la niña de la guerra que busca una suerte de redención. Ella afronta el horror del alma humana, mete en escena la violencia, hace estallar el pasado reprimido de Alemania». Fretard la imagina con cinco años acurrucada bajo las mesas: «Seguramente atrapa al vuelo conversaciones, palabras que...