Reflexiones acuando amanece un nuevo día

En el albor de la mañana de reflejos imposibles, he despertado un día más dándole gracias a Dios por este milagro llamado vida. Mientras, tomo una taza de café caliente y oteo el infinito horizonteque me desafía, y que cada día alienta mi insaciable hambre de libertad.

Es una mañana fresca, de esencias evocadoras, y de sonidos intensos y en continuo contraste los unos con los otros. Unamañana en la que la claridad invade la estancia que he elegido para respirar hondo y abandonar el “yo” pensador, aunque sea durante unos minutos de perezoso regocijo.

No es una mañana cualquiera. Es unamañana en la que he sido más consciente que nunca de mi pertenencia a un universo infinito en el que, aun siendo un insignificante conjunto de átomos y energía, soy parte de él, y sin mi existencia,sería diferente.

Una gaviota picotea con avidez algunos restos en el espejo de la bajamar. Otras se quieren unir al festín, y no parece ser algo que le alegre la mañana a la precoz y madrugadoraaventajada. Al final hay para todas. Eso que en el reino animal es así, en el reino de los humanos funciona de otra manera. Por mucho que haya para todos, unos pocos siempre quieren acaparar lo detodos, a costa del sufrimiento de éstos.

Eso me da que pensar, y en realidad es de agradecer que sigan existiendo animales de las más diversas especies, que nos sigan enseñando el camino de lo correcto,de lo solidario, de lo que es sentirse como una parte alícuota de un colectivo y así repartir los recursos. Afortunadamente siguen existiendo estos animales que debieran ser los espejos en los quemirarnos en todo lo referente a la convivencia, y en evitar en la medida de lo posible el sufrimiento por el egoísmo y la vanidad. Estoy feliz de haber tomado un sorbo de café de mi taza mientrasreparaba en esta reflexión.
Saco unas naranjas grandes y brillantes del cajón de la nevera. Las exprimo cuidadosamente, y las voy echando en una copa alta y esbelta de fino y sonoro cristal. Los rayos...