Sartenes
Mesa arreglada, vajilla completa. ¿Qué faltaba aquél día? La receta estaba frente a mi nariz. Tenía losingredientes perfectos e incluso algunos más para darle mi toque personal al platillo.
Batidora, sal y pimienta al tanteo, especias, aromas, sabores, todo se combinaba. Cena. Requería la palabra‘Perfección’ y no sabía si llegaría a ello. A veces lo más deseado es lo que no se consigue nunca.
Mandil a la cintura, y procurando dejar todo en –no sólo sabor delicioso- si no bien parecido, que seviera tan hermoso. Adorné cada cosa que hice. Y así pasaron minutos, horas en la cocina.
Mantequilla, vino y copas. Servilletas bordadas, mantel guinda, un baguette a mi merced. La cocinadeslumbraba luz, calor, y despedía un aroma deseable. ¿Qué faltaba? ¿Sería más vidriería? ¿Sería otra clase de licor? ¿Champaña, whisky, tequila, vodka? Todo se venía a mi mente rápido. Era viernes porla noche. Copas de cristal, velas, flores. Patéticamente cursi, vagamente incitador.
Observé minuciosamente la mesa, una y otra vez, tratando de identificar que es lo que podía faltar, o a qué lepodía sacar defecto. ¡Era maravillosamente perfecto! Detecté la casa una vez tras otra, la iluminación, el aroma, todo me parecía excelso. Miré el reloj. Los tacones comenzaban a parecerme pesados yel vestido empezaba a incomodarme.
Hubiera sido menos tedioso salir a un restaurante, ir al cine. Lucía tan superficialmente vestida. Miré la hora: 9: 30. ¿A qué horas era la cita? Creo que a las8. A las 8 me había dicho. Me senté en el sillón, apoyando mi cara sobre las manos. Una vez tras otra, volvía a mirar ‘casualmente’ el reloj, debía haber estado mintiéndome, ya que corría muy lento,y cuando volvía a mirarlo, ya había cambiado repentinamente gran cantidad de minutos.
Ninguna llamada, ninguna clase de mensaje.
Finalmente, fui a ponerme una cómoda pijama, quité...
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