Sobre montaigne
Stevenson
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Sonaron muy pertinentes estas palabras ensayísticas, dichas allí, nada menos que en la cuna misma del género literario del ensayo. Como se sabe, Michel de Montaigne escribió sus libros en lo alto de una torre anexa a su castillo cercano a Burdeos. Los escribió en un estudio y biblioteca que estaba en la tercera planta de la torre. Allí inventó el ensayo,ese género literario que con el tiempo iría ligado a la construcción de la subjetividad moderna, construcción en la que participaría asimismo Descartes, que también decidió encerrarse a pensar en un lugar solitario, en su caso en la bien caldeada habitación de un cuartel de invierno de Ulm. De modo que puede decirse que el sujeto moderno no surgió en contacto con el mundo, sino en aisladashabitaciones en las que los pensadores estaban solos con sus certezas e incertidumbres, solos consigo mismos.
Mientras subía por la estrecha y empinada escalera de caracol que conducía al estudio y biblioteca de Montaigne, y enlazando con la respuesta que le había dado poco antes a mi acompañante, pensé en el misterio de la desaparición de los hombres. Montaigne, sin ir más lejos, había estado allí unamultitud de veces, aquélla era su casa y en lo alto de la torre había inventado el ensayo, y sin embargo no parecía que quedara ni su más remota sombra en los lugares por los que había pasado.
Vila - Matas
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Para contestar a la pregunta qué soy yo, Montaigne había emprendido el estudio o, más exactamente, el ensayo de su individualidad, intentando, al mismo tiempo, encontrar unaregla de vida, una ética; en una palabra, lo que el propio Montaigne llamaba mi ciencia.
Vila - Matas
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Y, sin embargo, digamos aún con Sainte-Beuve que hay momentos en que todos los ciudadanos de un pueblo debieran leer, noche a noche, una página de Montaigne. En la actitud de Montaigne frente a su siglo no descubriremos debilidad, ni hay derecho a ello: ser sereno ante las locuraspopulares es la más grande heroicidad.
Alfonso Reyes
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Contra la esperanza
JAVIER CERCAS
Todo esto es una catástrofe: ya está aquí la crisis económica, los curas nos quieren gobernar, Zaplana y Acebes pueden ganar las próximas elecciones, Ronaldinho no da pie con bola y el día menos pensado nos morimos. ¿Hay razones para la esperanza? Las hay: al fin y al cabo, no todo puedeser catastrófico en un país donde una novela tan potente, ambiciosa y persuasiva como Vida y destino, de Vasili Grossman, lleva vendidos decenas de miles de ejemplares, y donde de uno de los libros más sabios, amenos y saludables que se conocen –los Ensayos, de Montaigne– se han hecho varias ediciones en muy poco tiempo. Como es un hecho que apenas hay dos libros (y mucho menos dos libros de estaenvergadura) que no estén de algún modo conectados, a mí me parece entrever, en esta mañana melancólica de principios de enero, un vínculo esencial y quizá caprichoso entre los ensayos de Montaigne y la novela de Grossman; como la filología es el mejor remedio que conozco contra la tristeza, permítanme dedicar este sermón dominical a hacer con ambos un poco de filología recreativa.
En uno de...
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